Un mar sin orillas

Las primeras convivencias de supernumerarias en España (1952-1957)

Introducción: contexto y antecedentes

En la década de 1950 en España los papeles sociales, culturales y políticos asignados a los dos sexos eran muy diferentes y marcaban modos y estilos de vida claramente diferenciados. Esto ocurría igualmente entre los supernumerarios y las supernumerarias. Algunas de estas diferencias eran cuestión de género: la mayoría de los primeros supernumerarios habían realizado estudios universitarios y ejercían profesiones que implicaban una fuerte dedicación de horas al trabajo fuera del hogar 1. Entre las supernumerarias, como ocurría con las españolas en general, eran una minoría quienes tenían estudios universitarios y apenas alguna ejercía trabajos profesionales fuera de su domicilio 2. Este hecho no dejaría de tenerse en cuenta al impartir la formación en las primeras convivencias, no tanto por los contenidos de la formación, sino por las enormes diferencias de contextos que conformaban la normalidad, lo ordinario que debían santificar, unos y otras. A esta diversidad estructural hay que añadir otra circunstancial: entre las primeras decenas de hombres que solicitaron la admisión como supernumerarios fue relativamente frecuente que llevaran años en contacto con los medios de formación que se impartían en centros de la Obra 3. Conocían bien su espíritu y varios de ellos incluso trataron y se dirigieron espiritualmente con Josemaría Escrivá de Balaguer. No fue ese el caso de las primeras supernumerarias, salvo algunos casos aislados 4. Estas diferencias se trasladaron a la formación que se impartió en las convivencias, por eso se hará referencia –diferencias y similitudes– a la primera convivencia de supernumerarios (Molinoviejo, del 25 de septiembre al 1 de octubre de 19485) en este estudio.

A partir de enero de 1951 empezaron a pedir la admisión como supernumerarias mujeres casadas, o abiertas a hacerlo y formar una familia, y alguna viuda 6. Muchas de ellas conocieron el Opus Dei por sus maridos y novios, o por parientes cercanos (hermanos o primos) pues la labor con hombres se había afianzado bastantes años antes 7. Otras conocieron la Obra como consecuencia de haber participado en alguna actividad formativa organizada por mujeres de la Obra o ser familiares suyas 8.

Una buena parte de estas mujeres (casi todas de clase media en adelante) habían estudiado, en colegios dirigidos por religiosas, en los que no era infrecuente que se planteara a las alumnas el llamado “tema de la vocación”; tuvieran una formación doctrinal basada en la memorización del catecismo de la doctrina cristiana; vivieran las prácticas de piedad habituales (todas o casi todas conocían el rosario) y al menos la frecuencia de sacramentos que señalaban los mandamientos de la Iglesia (misa dominical y confesión y comunión por Pascua). Algunas habían sentido la necesidad de una mayor exigencia o intensidad en su vida cristiana. Las fuentes manifiestan que ante su deseo –cuando fue el caso– de un mayor compromiso en la vida espiritual, no encontraron siempre una respuesta adecuada 9. La cuestión clave es en qué medida esa mayor exigencia constituía un deseo consciente de buscar la santidad. Aunque no faltan testimonios claves de esto último 10, no es frecuente que tales manifestaciones constaran por escrito y resulta más frecuente la inquietud por vivir una religiosidad más intensa y comprometida, con el convencimiento de que lo suyo no era vivir como religiosas 11. Otro asunto es en qué momento la opción de santidad según el espíritu del Opus Dei se hacía patente en cada caso. En estos procesos hacia el discernimiento vocacional jugaron un papel fundamental los sacerdotes de la Obra y las numerarias que atendieron la labor con “señoras”, como se decía entonces.

Una tarde de la segunda quincena de junio de 1950, don José María Hernández Garnica 12 entregó a Gloria Toranzo 13, directora de Zurbarán 14, una carta de Escrivá de Balaguer que comunicaba la “aprobación definitiva” de la Obra 15 como instituto secular de derecho pontificio. Culminaba el proceso que reconocía la plenitud de la entrega en la Obra para todos sus miembros: confirmaba que el vínculo era el mismo para todos los socios 16 y se eliminaba la distinción entre pertenencia espiritual u otra «en el más estricto sentido», en función del compromiso de celibato o no 17.

Antes, en 1942, tres hombres casados que se dirigían espiritualmente con Escrivá de Balaguer decidieron vivir el plan de vida y recibir regularmente la atención ascética, apostólica y doctrinal que él mismo les impartió. Luego vino su incorporación “espiritual” en 1947 18. El estatuto canónico de 1948 abrió el camino en la Obra como supernumerarios a esa plenitud y los tres hicieron la oblación, tuvo lugar la primera convivencia y el fundador después predicó un curso de retiro a otro grupo de hombres. Desde noviembre de 1947, especialmente durante el verano de 1948, se explicó a los numerarios en qué consistía la entrega como supernumerario y se les animó a rezar y pensar en posibles candidatos entre sus amistades 19.

En la sección de mujeres no hubo hitos semejantes anteriores al documento aprobatorio de 1950, aunque dos mujeres habían solicitado la admisión en 1945 y 1948 respectivamente 20. Pocas semanas después de ese día de mediados de junio de 1950, no antes de septiembre 21, el propio Hernández Garnica les leyó y comentó la Instrucción para la Obra de San Gabriel a las que vivían allí 22. Y «pocos días después» de finalizar estas sesiones, don José María nos pidió, de parte del Padre, que reuniéramos a nuestras amigas que podían entender la vocación a la Obra y que estuvieran casadas […].

Convocamos a un grupo de mujeres en el Oratorio de Zurbarán un domingo para que asistiesen a un Retiro dirigido por don José María: en él les explicó detenidamente en qué consistía la labor de San Gabriel: que se había abierto un nuevo camino en la tierra, que las mujeres casadas se hiciesen santas acercando a Cristo a sus maridos, hijos, amistades, convirtiendo sus casas en hogares luminosos y alegres 23.

Este testimonio, escrito décadas después, manifiesta que se les habló de un camino de santidad aprobado por la Santa Sede que se desarrollaba en el escenario de lo ordinario para las mujeres casadas de entonces: el hogar. Aquel era el ámbito en que debían buscar la santidad y hacer apostolado.

Las primeras mujeres que solicitaron la admisión, salvo las dos citadas, lo hicieron en 1951. En el momento actual hay noticia de doce: siete vivían en Madrid, dos en Barcelona, dos en Sevilla y una más en Valencia. En octubre de 1951, Escrivá de Balaguer estuvo en Madrid. Se renovaron la Asesoría regional y la Asesoría central 24 que se mantuvo aún en Madrid. A estas últimas les comentó, en relación con la labor de San Gabriel en España, «que debería comenzar a desarrollarse enseguida y que convenía de momento, encargarse de ella desde aquella Asesoría Central ya que la Asesoría de España tenía más que suficiente trabajo entre manos y no debería añadirle este nuevo campo» 25. La correspondencia de María Cruz Tabernero a lo largo de 1952  26, vicesecretaria de San Gabriel, muestra su dedicación al impulso y orientación de esta labor.

Objeto y fuentes de este estudio

Aquí se estudiarán las primeras convivencias de supernumerarias en España  27. Se entiende por primeras las que se desarrollaron entre la inaugural (31 de octubre a 6 de noviembre de 1952) y la que comenzó el 18 de junio de 1957, ambas en Molinoviejo. Abarca, por tanto, casi cinco años. Para 1957 puede darse por finalizada la puesta en marcha de este medio de formación. Se analiza qué contenidos se impartieron y cuál fue la respuesta de aquellas primeras supernumerarias. También en qué medida este medio facilitó una mejora sustancial de su conocimiento del espíritu y de los modos apostólicos del Opus Dei y de la doctrina de la Iglesia 28 y qué diferencias y semejanzas presentan ante la primera que se organizó para varones 29.

Las fuentes de este estudio son de dos tipos. Las escritas incluyen dos bloques. El principal lo conforman los diarios que se conservan de las convivencias de las supernumerarias en España. Se encuentran en dos cuadernos. El primero recoge los diarios de las seis primeras convivencias y el segundo, de las once restantes. Es seguro que hubo más convivencias de supernumerarias en España y también lo es que no se conservan más diarios de este periodo. Los analizados están en el Archivo General de la Prelatura del Opus Dei (AGP, serie U.2.2, D-10946 y D-10947: en las sucesivas citas de diarios que se incluyen en este artículo, las convivencias se identificarán solo por la fecha de inicio, y la referencia de AGP se omitirá). El diario de la convivencia para supernumerarias jóvenes en La Estila el 8 de junio de 1954 solo tiene una página en la que se narra el viaje y la llegada a Santiago de Compostela. Únicamente se escribieron las páginas correspondientes a los dos primeros días de la convivencia que comenzó el 24 de octubre de 1954 en Molinoviejo. En general, y por el tono, parece que los escribieron algunas de las numerarias que dirigieron estas actividades. El que los cuadernos recojan diarios de varias convivencias supone que quien iniciaba la narración del que correspondiera (excepto los dos iniciales) podía leer los anteriores y hacerse una idea de qué tipo de asuntos podían narrarse. El tono de los mismos hace verosímil esta posibilidad.

La mayoría de estas convivencias tuvieron lugar en Molinoviejo, casa de convivencias del Opus Dei situada en Ortigosa del Monte (Segovia). Además, hubo una en La Estila 30 (Santiago de Compostela), otra en Vallvidrera 31 (Barcelona) y otra en Lerena 32 (Huévar de Aljarafe, Sevilla). En los diarios no se indica la autora. Tampoco se ofrece una relación de las asistentes. El estilo habitual es sencillo, directo y familiar, y no faltan casi nunca glosas y consideraciones sobre los hechos que se narran. Se citan al hilo de los relatos algunos nombres (generalmente sin apellidos). Ciertas circunstancias personales han permitido identificar a algunas de las participantes 33. En otros casos se ha podido deducir el nombre completo de algunas al cruzar con la correspondencia que se ha consultado también, limitada en este caso a los años 1951 y 1952.

Los datos básicos que constituyen el punto de partida de este estudio se resumen en el Cuadro 1 que recoge la relación de convivencias que se estudian por disponer precisamente de esos diarios.

El segundo grupo de fuentes escritas es una parte de la correspondencia conservada de supernumerarias de estos años (en concreto 1951 y 1952). La mayor parte la conforman cartas que dan cuenta de la marcha de su vida interior, su actividad apostólica y los detalles de la cotidianidad de estas mujeres. Constituye a la vez una fuente útil y que ha de utilizarse con cuidado, porque refleja un modo de vivir la vocación en situación de aislamiento relativo. Es verdad que se viajaba para estar con ellas, pero el vivir lejos de un centro de mujeres de la Obra las situaba en una cierta excepcionalidad; por ejemplo para recibir los medios de formación ordinarios, círculos de estudio, retiros mensuales, dirección espiritual con sacerdotes de la Obra y la directora del centro y algunos de los apostolados que los centros promovieron (en estos años especialmente los roperos 34). Se ha consultado una muestra de una cuarta parte, aproximadamente, de los fondos conservados para 1951 y 1952. Es una fuente muy variada a la que se ha acudido en las fechas próximas a la primera convivencia. Dentro de la correspondencia se ha podido consultar la de María Cruz Tabernero en 1952. Tiene interés porque recoge muchas de las gestiones sobre la puesta en marcha de la primera convivencia de supernumerarias en España. También se ha podido acceder a algunos relatos que recogen recuerdos de numerarias o supernumerarias de estos dos años referidos a la labor de San Gabriel. Puede encontrarse en la serie U.1.2 del mismo archivo.

Las fuentes orales las conforman una colección de entrevistas a 19 supernumerarias, grabadas entre el mes de octubre de 2020 y junio de 2021 por María Luisa Galdón. Todas asistieron a alguna de estas convivencias. Parte de las mismas ya están transcritas. El resto lo estarán probablemente cuando se publiquen estas líneas. Aunque abundan las anécdotas e historias personales, este conjunto facilita situar el contexto en que se movían, sus afanes y dificultades habituales. Los datos concretos que ofrecen, como es habitual, a veces, son poco precisos. Se han realizado, además, otras entrevistas a Emilio Navarro (sacerdote que atendió varias de ellas) y a Mercedes Morado (que dirigió algunas convivencias de aquellos años). Se ha consultado, además, un relato de Juan José Espinosa sobre su madre que fue una de las asistentes.

La asistencia a la convivencia

Aunque no hay testimonios fehacientes en este sentido, no es improbable que las semanas de estudio de numerarias y las anteriores de numerarios y supernumerarios constituyeran los referentes más importantes de estas primeras para supernumerarias 35. Sus resultados positivos en tantos campos, pero también en el de reunir materialmente a los socios para que tuvieran una experiencia vívida del sentido de familia en que se desarrollaba su entrega en la Obra debían trasladarse también a las mujeres casadas por los mismos motivos. La experiencia inmediata de las convivencias de supernumerarios, que ya se venían teniendo desde 1948, ayuda a entender la insistencia de María Cruz Tabernero a las numerarias que atendían la labor con señoras para intentar que acudieran cuantas más mejor a este medio de formación 36. En carta a Montserrat Amat señala (en 1952, para la primera convivencia) que «ahora pueden acudir todas aunque no tengan la Admisión, luego no podrán» 37. Habitualmente la correspondencia califica de importantísima esta asistencia. Más aún, en carta a María del Carmen Cameselle se le anima a impulsar esta tarea: «que las señoras se ilusionen mucho con la semana y que vengan las más posibles. Es importantísimo» 38. Estas cartas muestran a la vez gran interés en que acuda el mayor número posible y el reconocimiento de que, en bastantes casos, especialmente para las que vivían lejos de Madrid, sería difícil conseguir que lo lograran todas 39. En términos generales estas dificultades respondían a dos limitaciones. Una cultural y de hecho y otra de orden material. Respecto a la primera, era muy infrecuente que una mujer casada viajara sin su marido y, además, esto se calificaba socialmente, al menos, como raro.

El Código Civil vigente (el de 1889) limitaba enormemente la libertad e independencia de las mujeres españolas. El plantear a la familia (padres y maridos) viajar solas y ausentarse de la casa familiar durante una semana era, en muchos casos, sencillamente inconcebible 40. En ocasiones, incluso con el consentimiento del marido, la oposición provenía de los padres que consideraban esta ausencia como un abandono irresponsable del hogar y de las obligaciones matrimoniales y familiares. En cualquier caso, el permiso del marido hacía posible la asistencia 41, aunque no evitara críticas en la familia 42 y las incomprensiones en el entorno social 43. El acuerdo con el cónyuge no siempre era posible 44, incluso cuando era supernumerario había que hacer compatible la ausencia de la madre con la atención del marido a sus obligaciones profesionales y resolver convenientemente la logística del cuidado de los hijos y la casa 45, lo que no siempre era fácil, aunque lo habitual fue que ellos facilitaran la asistencia de sus esposas. Luego estaban los imprevistos, que en familias numerosas siempre se presentaban con mayor frecuencia 46. No estaban en mejor situación las solteras, aunque en este caso los permisos necesarios provinieran de los padres 47. A ello hay que sumar la separación física de los hijos y las inquietudes que esta solía ocasionar. Este conjunto de circunstancias hacía que las previsiones de asistentes carecieran de exactitud 48. En fin, hasta en una publicación dirigida a miembros de la Obra y de enfoque positivo no dejan de señalarse algunas de las dificultades habituales que tenían las supernumerarias para asegurar su asistencia a la convivencia  49.

A estas dificultades de base cultural y de contexto se sumaban otras de carácter material. De entrada, el sistema de transportes era aún muy deficiente en España. Acudir a Molinoviejo para quien no vivía en Madrid, suponía con frecuencia un viaje que podía alargarse más de un día, normalmente en tren (rarísimamente en avión) 50. Otras veces era la inseguridad que suponía por entonces para algunas mujeres viajar solas. Probablemente estas deficiencias estructurales del país, junto a la extensión de la labor de San Gabriel con mujeres y los efectos positivos de las convivencias en Molinoviejo animaron a las directoras a plantear otras posibilidades que facilitaran la proximidad de las asistentes: al ámbito gallego, con la que se organizó en La Estila (orientada a chicas jóvenes, aún solteras 51); la de Lerena a las de Andalucía y la de Vallvidrera a las de Cataluña. Estas dos últimas con las dificultades añadidas que suponía (especialmente en el caso de Lerena 52) el acondicionamiento de la casa a las necesidades del medio de formación.

Por otra parte, el Opus Dei todavía era una institución que apenas nadie relacionaba con mujeres y resultaba difícil ofrecer las explicaciones que requerían los padres para conseguir el necesario permiso para viajar o pasar unos días fuera del hogar paterno 53. De hecho, entre las más jóvenes no faltaron subterfugios para conseguir esas autorizaciones 54.

Estas circunstancias tuvieron un peso distinto en cada una. Las propias directoras entendían que en algunos casos la asistencia era tan difícil que no compensaba insistir en ello para evitar problemas. Las supernumerarias los afrontaban normalmente con empeño y realismo: bien distinto era que realmente lo consiguieran. El haber asistido ya a alguna convivencia facilitaba el volver. La experiencia era muy positiva especialmente para aquellas que vivían en ciudades donde aún no había centros de mujeres y recibían la formación literalmente por correspondencia y al compás de los viajes desde (o hacia) Madrid, Córdoba, Valencia, Barcelona, Santiago o Zaragoza 55. Entendían la necesidad de la convivencia para conocer con más profundidad el Opus Dei y el contenido de su compromiso como supernumerarias. En ese contexto se reconoce que merecía la pena el esfuerzo por la formación que recibían tanto doctrinal, como espiritual, de conocimiento del espíritu de la Obra y, desde el punto de vista humano también, el descubrimiento de la fraternidad que les llevaba a sentirse en familia desde el primer momento 56. Incluso la autora del diario de la convivencia en Lerena afirmó: «De esta semana de convivencia la primera encantada soy yo misma. Es la primera a la que asisto, y no podía imaginarme que fueran tan necesarias y tan eficaces» 57.

La primera convivencia de supernumerarias en España tuvo lugar del 31 de octubre al 7 de noviembre de 1952 en Molinoviejo. El diario precisa que «algunas ya han venido a Molino a hacer ejercicios otros años y otras no lo conocen, pero todas están con la misma ilusión de pasar esta semana en familia y que precisamente haya sido aquí el sitio escogido para ello» 58. La denominación «semana» se alterna en los diarios de las convivencias y en la correspondencia de Tabernero (durante 1952) con la de «semana de formación» y «semana de convivencia» 59. Por lo que se refiere al lugar, Molinoviejo tenía una doble relevancia. Una primera que no se menciona, pero no puede ignorarse: la primera convivencia de supernumerarios había tenido lugar también allí. La segunda es más patente. Ya para entonces Molinoviejo tenía algo de especial por su vinculación tan directa con Escrivá: un sitial propio en el oratorio que solo empleaba él y la llamada «habitación del Padre»; además de la ermita 60 y algunos acontecimientos recientes que ya resultaban históricos. Por otra parte, algunas de ellas ya habían hecho allí alguna tanda de ejercicios, alguno quizá dirigido por el propio Escrivá de Balaguer. En ese contexto han de entenderse algunas anotaciones del diario: «El último día pasan a la habitación del Padre que, de ningún modo, querrían irse sin conocerla» o una anterior: «han oído hablar mucho de la Virgen del Amor Hermoso y cuando les decimos dónde está la ermita es seguro que todas han saludado a la Señora» 61.

A esa primera convivencia asistieron 26 mujeres, alrededor de la mitad de las supernumerarias que había en ese momento en España. Más de la mitad (32) vivían en Madrid, lo que resulta lógico por ser la primera ciudad en que hubo centros de mujeres y donde se concentraba la mayoría de las numerarias. El resto se repartía entre Valencia, Barcelona, Sevilla, Bilbao, Jaén, Alicante, Gerona, Tarrasa y Sabadell. Y cuando tiene lugar la última convivencia recogida en esta serie de diarios –Molinoviejo, 18 al 25 de junio de 1957– ya eran unas 285 las supernumerarias del Opus Dei en España. A las ciudades anteriores se sumaban Granada, Córdoba, Oviedo, La Coruña, Cádiz, Zaragoza, Cartagena, Logroño, Pamplona, Valladolid, San Sebastián, etc., lo que da una idea aproximada de la expansión de la labor.

La mayoría no se conocían entre ellas. Así lo refleja el diario, casi como conclusión de una intriga apenas esbozada y, a la vez, punto de arranque de la narración: «Llega el tren a la estación y de todos los vagones empiezan a salir señoras; todas se llevan una sorpresa porque, como no venían juntas, creían que venían muy pocas y al ver que son veinticinco se ponen muy contentas […] esta mañana ha llegado Lourdes con otra señora» 62. En 1953 hubo al menos una más en Molinoviejo y en 1954 se organizaron al menos tres. También aumentó el número de asistentes a cada una. Por ejemplo, a la del 21 de mayo de 1954 en Molinoviejo, fueron 33. Y en 1955 hay constancia de cinco convivencias al menos, con más de cuarenta asistentes en una de ellas, la que comenzó el 8 de mayo 63.

No se ha encontrado, hasta el momento, información específica con los planes que establecieran los temas doctrinales, ascéticos, rasgos del espíritu y de los modos apostólicos del Opus Dei que debían abordarse en las meditaciones, clases y charlas. Parece lógico suponer, a la vista de lo que Escrivá de Balaguer hizo en la primera convivencia de varones, que los temas serían los fundamentales del espíritu de la Obra adaptados a las circunstancias de las mujeres. Por otra parte, este ajuste de materiales formativos era habitual. La propia vicesecretaria de San Gabriel recordaba a las numerarias que empezaban a atender esta labor que utilizaran los guiones de San Rafael 64, debidamente adaptados, en los cursos de retiro para señoras 65. No es extraño porque la plantilla básica de santificación y acción apostólica en el contexto ordinario de cada una implicaba concretar una llamada general a situaciones particulares de sexo, edad, cultura, posición social, estado civil, ciudad, etc. Sí consta que las numerarias que se ocupaban de la formación de las supernumerarias tuvieron claro desde el principio que se trataba de la misma vocación, por lo que consideraron que debían tratarse los mismos temas y casi con idéntico formato que con las demás mujeres del Opus Dei 66. Nada distinto de lo que conocemos para la primera convivencia de supernumerarios: «por lo que conocemos, su mensaje (de Escrivá) a aquel grupo de hombres casados no se diferenció de lo que venía diciendo a grupos de hombres o mujeres que deseaban vivir esa vocación en el celibato» 67. Incluso un detalle específico confirma esa semejanza: en algunas de las primeras convivencias se comentaron grabaciones de voz de Escrivá de Balaguer dirigidas a numerarias en meditaciones o tertulias, como se verá; lo que prueba el trasvase de materiales formativos para unas y otras.

Eso no impidió que en algunas convivencias se plantearan temas específicos para que las supernumerarias los impulsaran especialmente. No se trataba de contenidos referidos a la espiritualidad y los modos apostólicos del Opus Dei, sino a iniciativas de carácter apostólico muy concreto que tuvieron lugar durante los cinco años de este estudio. Por ejemplo, la puesta en marcha de librerías que facilitaran la difusión de buena doctrina y lecturas de calidad 68. Otros, orientaban sobre rasgos específicos de la organización del apostolado en la medida en que este se asentaba y desarrollaba. Por ejemplo, la insistencia en que fueran las propias supernumerarias quienes atendieran e impulsaran directamente la formación y apostolado de las cooperadoras una vez que estas constituían ya un número apreciable y las numerarias y agregadas hubieron de centrarse en su atención 69. En las convivencias se les ayudó a preparar algunos temas ascéticos y doctrinales, se les enseñó a hablar en público, manejar la bibliografía básica disponible entonces y a transmitir algunos aspectos básicos del espíritu del Opus Dei y de la doctrina cristiana.

Por otra parte, la organización de convivencias específicas para supernumerarias jóvenes a partir de 1954, indica que se hacían planes y se atendía a las particularidades de grupos específicos y que la diferencia generacional entre las supernumerarias –y sus circunstancias– era también significativa.

Atención y desarrollo de las convivencias

Acudieron a estas convivencias numerarias que iban desde las ciudades próximas al lugar en que se desarrollaron: Madrid, en el caso de Molinoviejo; Sevilla, Barcelona y Santiago en las que se realizaron en Andalucía, Cataluña y Galicia respectivamente. También acudía un sacerdote numerario sobre el que, al principio especialmente, recaía casi todo el peso de la formación impartida de modo colectivo (clases y meditaciones) o personal (conversaciones de orientación espiritual y confesiones). Las numerarias impartían clases y charlas sobre el espíritu de la Obra y estaban disponibles para recibir la confidencia 70 de las que lo desearan 71.

A lo largo de estos casi cinco años y para este conjunto de convivencias fueron relativamente pocas y jóvenes las numerarias que las atendieron. De las que existen datos, se señala entre paréntesis la edad que tenían en 1952: María Cruz Tabernero (26), Josefina de Miguel (43), Emilia Riesgo (34), Pilar Navarro (32), Consuelo Gutiérrez-Castañeda (35), María del Carmen Sánchez Merino (24), Raquel Botella (34), María del Carmen Mora (25), Amelia Díaz Guardamino (18), Presentación Miralbés (32), María Ampuero (26), Mercedes Morado (28) y María Fernanda 72. En total trece numerarias para atender 17 convivencias a lo largo de casi cinco años. Puede hablarse de un equipo de especialistas en el apostolado con mujeres casadas a las que habría que sumar a quienes atendían esta labor en otras ciudades. Por la correspondencia de Tabernero en 1952 se puede establecer esa relación: Montserrat Amat (33) (Barcelona), María del Carmen Cameselle (28) (Valencia), María Rosario Arellano (32) y Gregoria Salinas (41) (Zaragoza), Begoña Urrutia (31) (Santiago de Compostela), Dorotea Calvo (46) (Bilbao) y Adelaida Valenzuela (21) y Antonieta Gómez Argüelles (31) (Córdoba). Salvo excepciones tenían entre 26 y 34 años, lo que constituía una diferencia suficientemente amplia como para que unas jóvenes, que se sentían aún con poca experiencia, tuvieran dificultades iniciales en el trato con las que ellas mismas denominaban señoras 73.

En el caso de los sacerdotes que sabemos atendieron estas actividades el número es aún más reducido, ocho: José María Hernández Garnica, Ignacio Orbegozo, Francisco Faus, Amadeo de Fuenmayor, José López Navarro, Tomás Gutiérrez, Remigio Abad y Emilio Navarro. Siete en total sobre los que recayó la atención de estas 17 semanas de formación; José María Hernández (tres) y Francisco Faus (cinco) fueron los que más participaron en estos años.

El horario y desarrollo de las convivencias fue muy similar en todas en lo que se refiere a las actividades centrales. Se llegaba la víspera por la tarde/noche; después de cenar y de la tertulia se iban a dormir. Empezaban a las 8.30 de la mañana con la oración dirigida –hasta la convivencia de noviembre de 1955 no aparece el término meditación 74– por el sacerdote y la asistencia a la Santa Misa. Después del desayuno dedicaban gran parte de la mañana a la lectura y explicación de escritos de san Josemaría a cargo del sacerdote que atendía la convivencia.

A continuación, tenían un tiempo para hacer deporte: «las más jóvenes y modernas juegan al tenis» 75; o se bañaban en verano, si la casa contaba con las instalaciones necesarias. Más frecuentes eran los paseos por la finca y alrededores, que constituían una ocasión para comentar y preguntar informalmente a las numerarias las dudas que habían surgido en las clases con el sacerdote o del estudio del catecismo.

Después dedicaban un buen rato al estudio del catecismo de la Obra 76. Generalmente hacían grupos para preguntarse entre ellas, porque trataban de aprenderlo de memoria: «Es emocionante ver a señoras ya mayores empapárselo y disfrutar estudiándolo» 77. Este aspecto aparece igualmente en otras convivencias: «Hoy por la mañana tuvieron la primera clase con el sacerdote sobre la Instrucción de San Gabriel y el catecismo […]. Es estupendo verlas después estudiando […] poniendo toda su alma en saberlo al pie de la letra» 78. Completaban la mañana las charlas de contenido doctrinal, ascético y humano que impartían las numerarias que atendían la convivencia.

Después de las comidas tenían la tertulia en la que se compartían noticias sobre asuntos de sus familias 79 y personales. A lo largo de estos cinco años y con el crecimiento de las peticiones de admisión resultó frecuente para muchas que aquella convivencia fuera su primera experiencia. También era habitual en las de Molinoviejo que vinieran de diversas ciudades muchas de ellas y no se conocieran. No faltaban cantos y bailes de las distintas regiones, chistes, representaciones y parodias 80. Por supuesto eran momentos en los que igualmente se comentaban y ampliaban con anécdotas, recuerdos o hechos de la historia de la Obra y del fundador. También las noticias apostólicas de labores en España o en otros países salían a relucir.

A lo largo del día iban haciendo algunas prácticas de piedad incluidas en el plan de vida de los fieles del Opus Dei, como el rezo del rosario, la oración mental, el examen de conciencia, etc. Se dedicaba un día al retiro espiritual, hasta media tarde y si el tiempo acompañaba, y había posibilidades, se hacía una excursión a un lugar cercano. A veces estuvo relacionado con la historia del Opus Dei. En el caso de Molinoviejo a la ermita de la Virgen de Sonsoles en Ávila o a la cercana Segovia.

Casi desde el principio también dedicaron un tiempo a coser 81. Al menos hasta 1954 se mantuvo esta actividad en las convivencias, quizá para ofrecer también un ejemplo práctico sobre la organización de ropero 82. También ese año se iniciaron clases sobre organización del hogar, economía doméstica y cocina con intercambio de recetas y alguna que otra práctica 83.

Contenidos de la formación

Los diarios se refieren a los temas que se abordaban en los medios de formación y por lo tanto es posible hacerse una idea básica de los contenidos, aunque no se conservan resúmenes ni glosas de los mismos. Este primer detalle habla de una realidad bastante diferente a la de la primera convivencia de supernumerarios: todas las asistentes, incluidas las numerarias, eran conscientes de seguir una tradición, no de abrir un camino. Al margen de que fuera o no la primera convivencia de supernumerarias en el conjunto de la Obra, las asistentes a la de Molinoviejo que comenzó el 31 de octubre de 1952, no mencionan que estén inaugurando algo. Más bien se sienten dando continuidad a una realidad ya existente. Así parece asumirlo la autora del diario de esa primera convivencia: «Tenemos que pensar mucho en el Padre viendo una realidad aquellas semanas de convivencia de que nos hablaban, es exactamente lo que él pensaba» 84. En otra perspectiva podría considerarse como un indicador de la unidad de la Obra por encima de las secciones.

El análisis de la formación impartida implica el atender a temas, formatos, personas que imparten y personas a las que se dirige. El último aspecto es claro: las supernumerarias asistentes. Sobre ellas ya se ha hecho una descripción básica antes. Por lo que se refiere a temas y formatos hay un cierto paralelismo. La formación, bien sobre la doctrina general de la Iglesia, bien sobre el espíritu y los modos apostólicos propios de la Obra, se impartió en clases sobre el catecismo de la Obra y sesiones en las que se comentaron documentos de Escrivá de carácter fundacional: instrucciones. Sobre estos formatos clásicos, las clases, las meditaciones, los comentarios de documentos escritos u orales, no hay que olvidar otros de carácter informal pero de gran importancia: especialmente las tertulias y los ratos de conversación (en los ratos libres o mientras cosían) en los que solían llegar más los elementos de carácter emocional a través de canciones, relatos “históricos”, especialmente referidos a la vida de Escrivá de Balaguer y los primeros, la expansión de la Obra en países y labores, etc.

En los diarios tienen especial protagonismo las referencias a las clases sobre el catecismo de la Obra. Las impartieron sacerdotes y el objetivo inmediato era que intentaran memorizarlo, lo que exigía una dedicación posterior de estudio individual o más frecuentemente en grupo 85 mediante preguntas y respuestas repetidas. En las clases había preguntas, se aclaraban dudas y comentaban en los ratos libres y en las tertulias lo que iban aprendiendo y les llamaba la atención 86. También se encargaron inicialmente los sacerdotes de la lectura y comentario de las instrucciones sobre la labor de San Gabriel 87, sobre el modo de hacer proselitismo y sobre el espíritu sobrenatural de la Obra. Catecismo y comentario de estos documentos intentaban asegurar que las supernumerarias profundizaran en el conocimiento del espíritu y de los modos apostólicos del Opus Dei. Poco después, al menos desde la tercera convivencia registrada, comenzaron a dirigir estas últimas sesiones algunas numerarias 88. No faltaron tampoco en estas primeras convivencias grabaciones que recogían alguna meditación escrita y leída por Escrivá de Balaguer, o palabras suyas recogidas en tertulias con otras mujeres del Opus Dei: «después de la merienda nos puso Don José María dos cintas del Padre, las que mandó el Padre hace tres años y medio al primer curso numeroso de numerarias que hubo en La Estila. Todas estaban entusiasmadas oyéndole» 89. Tanto las supernumerarias 90 como las propias numerarias que atendieron las convivencias resaltaron su valor 91.

La formación impartida daba cuenta igualmente de aspectos más descriptivos de la realidad de la Obra: numerarias auxiliares 92; la labor de San Rafael y los sacerdotes de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz 93. También sobre la vida de algunos fieles de los primeros años, como Isidoro Zorzano, que había muerto con fama de santidad, cuyo proceso de canonización se inició en el año 1948 y Bartolomé Llorens (leen sus poesías), poeta fallecido muy joven de modo ejemplar. En fin, el interés por la historia de la Obra es más propiamente por los ejemplos que muestran modos de vivir el espíritu de la Obra confirmados por el fundador y las primeras 94. En estos casos la dirección de las sesiones la realizaron las numerarias.

En una línea similar, de conexión emocional, hay que situar los ratos dedicados en las tertulias a cantar canciones de la Obra 95 o hablar de la proyección geográfica y futura del espíritu de la Obra 96. También en las tertulias se hablaba sobre diversas iniciativas apostólicas en España 97 y en los primeros países por donde se fue extendiendo el mensaje del Opus Dei, bien por relatos 98, o mediante la lectura de Noticias, una publicación para los miembros de la Obra 99. Los temas de doctrina católica los impartieron los sacerdotes. Especial impresión causaba el enfoque sobre la vida matrimonial: «Don Ignacio les da una charla sobre el matrimonio como vocación y camino de santidad. Les ha dado muchas ideas sobre su estado […] y sobre lo que no debe ser y debe ser su actuación como esposas, madres, como reinas y señoras de su hogar y todo ello según su condición de supernumerarias del Opus Dei y por tanto como una vocación divina a la perfección» 100. Se trataba también la doctrina básica sobre los sacramentos de la vida cristiana, las indulgencias, el valor santificador del trabajo y la importancia de las virtudes humanas y de las sobrenaturales: caridad, sinceridad, laboriosidad, pobreza y desprendimiento.

Por lo que se refiere a la formación ascética, en las primeras convivencias también los sacerdotes dictaron las sesiones sobre virtudes y aspectos del espíritu del Opus Dei (desprendimiento, apostolado, discreción, etc.) de las que muy pronto se hicieron cargo las numerarias que las atendían. Los primeros abordaban también aspectos ascéticos en las meditaciones dirigidas cada mañana y en las propias del día de retiro: unión con Dios, el compromiso con el Opus Dei y cómo vivirlo en la práctica, medios de dirección espiritual personal, santificación de la vida ordinaria, etc. Las numerarias, en las clases o charlas, abordaban el fin de la convivencia, la oración mental y trato con Dios, la necesidad de la mortificación y la penitencia, la relación de filiación con el fundador y la fraternidad entre las personas de la Obra, la preocupación por los demás y la acción apostólica, la labor de cooperadoras y de San Rafael, etc.

Como elemento distintivo hay que señalar la insistencia que recogen los diarios en la discreción: se centra especialmente en que no comenten con los cónyuges –aunque fueran supernumerarios– «cosas tan estupendas a sus maridos que les ayudarían a mejorar» 101. Otro modo de expresarlo, con una explicación de aquellos años: «Para que una señora sea de casa, no hay impedimento en que lo sea su marido […]. Únicamente que en ciertas circunstancias parecerá que lo ignoran ellos el que el otro lo es […]. Es decir que la santificación es personal y que uno no ha de querer meterse a santificar al otro, por lo tanto jamás podrán decir a mí me han dicho esto, o eso que haces no va bien según el espíritu de la Obra…» 102. En definitiva, un modo de organizarse con libertad cada uno en la búsqueda de la santidad. Otros motivos circunstanciales para ser discretas los dictaba la prudencia de los comienzos de esta labor y el procurar evitar elementos externos que se entendieran como signos de pertenencia a la Obra.

La aportación de las primeras convivencias a la formación de las supernumerarias en España

Este aspecto solo puede valorarse de modo subjetivo. Las fuentes orales recogen impresiones de recuerdos propios, unidos a su valoración desde una perspectiva de décadas 103. Los diarios aportan impresiones inmediatas que recogen más buenas disposiciones que realidades posteriores; aunque no puede quitarse valor a esos indicadores. Las redactoras de los diarios, numerarias asistentes, incluyen en sus valoraciones de esos días cuestiones argumentales: «Muchas anécdotas ejemplares se podrían contar de esta Semana. Como siempre que se tienen más medios de conocer la Obra más de cerca, la gente se entusiasma» 104. Dicho de otro modo: un mejor conocimiento del espíritu de la Obra llevaba al agradecimiento a Dios en primer lugar: «Nuestras hermanas agradecen una vez más a Dios la gracia de pertenecer a nuestra bendita Obra» 105, eso explica su interés en no olvidar aquellos días tampoco en lo exterior 106. En general estos testimonios son concordes con los que manifiesta la correspondencia 107.

Con todo al historiador se le presentan indicadores externos que le permiten hacer una valoración de esas aportaciones. Unos se refieren a la actitud ante la formación recibida. En ese sentido caben al menos dos tipos de valoraciones. La primera se refiere al contexto en que se reciben los contendidos. En este caso abundan los referentes a la vida ordinaria en que se desenvolverán estas mujeres al regresar a sus hogares. Es decir: estos días no son algo ajeno a su normalidad sino un modo de incidir decisivamente en ella. Primero sus referentes son familiares 108, próximos, no extraños. El empeño en santificar ese contexto de normalidad lo recoge un diario: «[Marchan] con el deseo muy vívido de hacer realidad las palabras que el Padre ha escrito para ellas: hacer de sus casas hogares luminosos y alegres» 109. El otro indicador se refiere al interés con que se recibe la formación. Buena disposición y actitud positiva. Por ejemplo, a una señora «le da pena cada vez que se acaba una charla, que ella quisiera que se le estuviese hablando el día entero, “porque hace muy poco que he pitado 110 y no sé nada”» 111. Y más en general: «a medida que pasaban los días las clases tenían más expectación y no había nada que no tuviera interés» 112. Y en otro: «Es llamativo el formidable interés con que atienden en las clases […] les gustan mucho las charlas, se fijan en todo» 113 y una más: «En la clase con el sacerdote han preguntado muchas cosas, con una inquietud y un deseo grande de que todo les quede bien claro» 114. El resumen de esta disposición se puede testimoniar así: «Hoy se han marchado las de Cádiz porque las esperan en sus casas. Se han ido con verdadera pena, se está bien en Lerena, comentaba una señora, porque aprendemos mucho y bueno» 115.

Ese mejor conocimiento del espíritu de la Obra y su incorporación se manifiesta también en que van completando el plan de vida que hacían con algunas costumbres que no conocían, lo que no es extraño porque a lo largo de estos casi cinco años siempre había un número relativamente elevado de asistentes casi recién incorporadas a la Obra. Desde el día de guardia 116 a la vela del Santísimo el primer viernes de mes. En fin, «se las ve removidas, dicen que la Obra les exige mucho, pero que quieren darlo todo» 117 y afirman que les facilita el mantener la presencia de Dios y el sentido sobrenatural en el trabajo y en cualquier actividad que desarrollen a lo largo del día.

Se nota como, fruto de esos días de oración, formación y vida en familia, va creciendo en ellas el deseo de extender el mensaje de santificación de la vida ordinaria entre sus familias, amigos, y conocidos 118. Ya en la primera convivencia se destaca que «tienen un afán de apostolado envidiable y le dan mil vueltas a cómo atraerán a tal o cual persona» 119 y la redactora de otro recoge: «Vamos de excursión a la ermita de la Virgen de Sonsoles y allí piden por todas aquellas hermanas nuestras de San Gabriel encargadas de sembrar la paz y la alegría por todos los confines de la tierra» 120.

Las supernumerarias tenían la posibilidad, y la disposición, de irradiar el espíritu del Opus Dei en primer lugar al ámbito familiar. Es frecuente que durante estas primeras convivencias recen y pidan oraciones a las demás para que sus maridos se acerquen a la Obra y preguntan a otras que tienen hijos del Opus Dei cómo lo han hecho para aprender a formarlos bien y para que Dios encuentre un terreno “abonado”, pues su disposición es de apertura, desprendimiento y generosidad 121.

En las convivencias también resultaba más fácil caer en la cuenta de las dimensiones universales de la Obra y de la necesidad de su implicación en el crecimiento y consolidación de la labor apostólica. Más en aquellas primeras actividades en las que era patente que en muchas ciudades españolas aún no existían centros de la Obra, a veces ni siquiera en la que ellas vivían. Entienden que hay tareas de las que deben responsabilizarse casi en su totalidad. Van conociendo de forma más concreta las necesidades que hay y, en su afán de que otras muchas mujeres puedan beneficiarse de la formación que ellas reciben, deciden donar o prestar alguna casa o finca donde puedan organizarse ejercicios espirituales, convivencias, y otro tipo de actividades apostólicas que van surgiendo 122. Además, desde el principio entendieron que debían apoyar económicamente la puesta en marcha y desarrollo de estas labores en la medida de las posibilidades de cada una. Aparece el término «aportación» 123 en el contexto de una charla sobre la virtud de la pobreza 124. De modo más inmediato no faltaron contribuciones al sostenimiento de Molinoviejo y Los Rosales 125.

El descubrimiento más repetido en estas primeras convivencias por parte de las asistentes fue el de entender la Obra como una familia de carácter sobrenatural. Las mismas redactoras de los diarios no dejan de señalarlo, desde la primera: «si el Padre las viera a todas aquí […] charlando como si se conocieran de toda la vida, se ve que más que la amistad lo que les une es saberse hijas de un mismo Dios y del Padre» 126. Y al año siguiente: «Piluca, una supernumeraria de Valencia que nunca había salido de su casa comenta, nunca creí que me iba a encontrar con tanto cariño y tan en familia» 127 y en los posteriores los testimonios se repiten 128. Como consecuencia se señala que «se nota una tensión especial por hacer la vida agradable a las demás» 129.

Este sentido de familia se transmitió también en estas convivencias ligado a la madre y hermana –Carmen– de san Josemaría, en quienes se apoyó desde los inicios para hacerlo realidad en la vida diaria de los centros. Las numerarias transmitían a las demás el agradecimiento y el cariño que sentían hacia ellas. Por ejemplo, con motivo del fallecimiento de la segunda: «reciben la noticia del fallecimiento de tía Carmen […] y la encomiendan desde ese momento. Al día siguiente tuvimos Misa de requiem por ella, la encomiendan fuerte desde dentro porque para nosotras ha sido más que una tía. Pilarín 130 cuenta como tía Carmen empezó la labor de la Administración, aún sin ser de Casa, en los tiempos más difíciles» 131.

Otro aspecto, específico de estas convivencias de mujeres, fueron los modos de construir esa fraternidad en su trato con las numerarias auxiliares durante los días de convivencia. De una parte por el espíritu de servicio que transmitían en su trabajo: «Después de desayunar, que por cierto, la Administración ha tenido el pequeño detalle de hacer buñuelos rellenos de nata por ser el día de Todos los Santos» 132; «cuando volvemos de la excursión nos encontramos todo decorado como de fiesta» 133; «cariño, asombro, estaban maravilladas con los detalles que tenía la Administración» 134 y «en la administración se han volcado, hoy y todos los días» 135. La conclusión para las supernumerarias la recoge un diario: «Cómo se comprende que el Padre tenga cierta predilección por estas hijas suyas, comenta una supernumeraria» 136. En algunos casos, este ejemplo les hace plantearse modos de mejorar su tarea de amas de casa y del cuidado de sus propios hogares. Además, los diarios reflejan que en algunas convivencias hubo una relación más estrecha entre las numerarias auxiliares y las supernumerarias 137.

Las convivencias constituyeron también una ocasión idónea para la puesta en marcha de algunos apostolados o para enfocar la labor con cooperadoras con un impulso inicial fuerte que luego se continuaría a lo largo del tiempo. En estos primeros años, en concreto en 1954 y 1955, se planteó la puesta en marcha y atención de librerías y la atención directa y completa de la labor de cooperadoras por parte de las supernumerarias. Respecto a la primera han quedado rastros en los diarios de estas convivencias, en concreto una intervención de don José María Hernández Garnica: «Si vosotras funcionáis, en unos años tiene que haber unas 400 librerías, les dice D. José María en la convivencia» 138. En el segundo caso, los testimonios son más continuos. Se inician en 1954: «Reciben la charla sobre las cooperadoras […] y, como lo van a desarrollar ellas, quieren enterarse bien […] es el asunto más candente» 139 y más adelante se señala el interés de las directoras en que «la principal idea que se lleven las señoras sea esta: la de que hay que empezar a trabajar a fondo en la labor de las cooperadoras […] la campaña de este año va a ser lo de las cooperadoras. Todas están dispuestas» 140.

Conclusión

Estas primeras convivencias constituyeron un referente fundamental en la formación de las primeras supernumerarias. Primero, por lo que supuso de incorporación del espíritu y los modos apostólicos del Opus Dei a su vida ordinaria. También por constituir una ocasión de incorporar de modo práctico elementos del plan de vida y su sentido para vivir la presencia de Dios y asumir el sentido sobrenatural en sus circunstancias de vida. Luego, por la vivencia de rasgos claves como el sentido de familia y la universalidad de la Obra como institución y la necesidad de desarrollar de maneras muy distintas y adaptadas a sus circunstancias: impulsando apostolados concretos (roperos y librerías), prepararse para la atención de la formación de las cooperadoras y promover sus iniciativas o colaborar en la financiación de obras corporativas.

Si se comparan con la primera convivencia de los supernumerarios se perciben algunas diferencias sustanciales: la primera es que aquella constituyó un referente en el lanzamiento de la labor con casados. La mayoría de los que asistieron inicialmente aún no había pedido la admisión 141. La presencia de Escrivá de Balaguer en ella le ha conferido ese carácter único del que carecen las iniciales de supernumerarias 142.

En cuanto a los contenidos impartidos y a los horarios y organización hay notables semejanzas: las derivadas de tener en cuenta en el caso de las mujeres las experiencias anteriores (no solo de la primera) de los varones. La oración de la mañana la dirige todos los días el sacerdote (en el caso de los hombres, el propio Escrivá de Balaguer). Les comentan y estudian el catecismo de la Obra. Los temas de estas oraciones «dirigidas» y de las charlas fueron prácticamente coincidentes: «Al día siguiente San Josemaría trató en su meditación el tema de la vocación» 143; «el miércoles 29 San Josemaría siguió tratando temas de la vida cristiana […]: caridad, medios para alcanzar la santidad, cosas pequeñas y dirección espiritual» 144.

También, como en las convivencias de las supernumerarias, cumplían algunas prácticas de piedad que se distribuían a lo largo del día: «Se hacía un rato de oración por la tarde, rezo del Rosario, examen de conciencia a última hora, después de la cena y la tertulia» 145. En general, la convivencia discurría con horarios parecidos: «Los asistentes se mantuvieron en silencio el primer día que hicieron el retiro, el resto de los días fueron de convivencia, es decir, alternando los medios de formación […] con ratos de esparcimiento, deporte, tertulias, etc.»146.

Y podría decirse que el resultado es muy parecido.

En cuanto al sentido de filiación con Escrivá de Balaguer, De Fuenmayor recoge en el diario de la convivencia de los supernumerarios: «No quiero dejar de consignar el hecho de que los tres que han conocido en esta semana al Padre […] han comentado el gran cariño que sienten ya por él. Es estupendo ver cómo vibran todos con este espíritu de filiación» 147. Con respecto a la fraternidad aprendida en esos días: «Es formidable ver cómo los que hace tres días no se habían visto nunca, se tratan ya como […] verdaderos hermanos, y se quieren entrañablemente. Ellos mismos lo notan y lo comentan llenos de admiración» 148. El diario de aquellas jornadas concluye así: «Ha terminado esta I semana, y queda en nuestro recuerdo como un sueño, un verdadero sueño. El Señor nos ha descubierto nuevos horizontes, que nos llenan de gozo y de alegría. Y ellos vuelven a sus hogares y a su trabajo para seguir la misma vida, pero con fines claros, ilusiones divinas y vocación de santidad» 149. Un tono muy similar a las últimas palabras que se escribieron en el diario de la convivencia de Molinoviejo del 31 de octubre de 1952: «Terminamos este diario de la primer[a] semana de convivencia de supernumerarias […]. Todas contentísimas y cada una pensando en las almas que tienen que arrastrar con su ejemplo y en la responsabilidad que de ahora en adelante van a tener todos sus actos. […] Si el Padre las viera, como si se conocieran de toda la vida» 150.

Los asistentes a la primera convivencia escucharon directamente al fundador en qué consistía ser supernumerario y cómo debían vivir la realidad de su vocación a través del matrimonio y en el ejercicio de su profesión. Escrivá de Balaguer se ocupó de impartir la formación casi en su totalidad a través de meditaciones, pláticas y clases y las conversaciones personales que mantuvo con cada uno. Pero igual que en la convivencia de Molinoviejo de septiembre de 1948, en las primeras semanas de formación de las supernumerarias se refleja con claridad que adquirían con rapidez e intensidad el sentido de la filiación hacia Escrivá de Balaguer sin que él estuviera presente, como hicieron también los supernumerarios tras esa convivencia inicial. Los diarios manifiestan igualmente la naturalidad con que se asumía la fraternidad que vivían entre ellas: les llevaba a sentirse muy unidas por el hecho de haber correspondido a la misma llamada. El entusiasmo y la alegría que testimonian las fuentes (los diarios de las convivencias y las entrevistas grabadas) ha de atribuirse, al menos, y por una parte, a la excelente disposición de apertura y deseo de asimilar los contenidos; por otra, al modo de transmitir la formación de quienes estuvieron al frente de estas actividades: numerarias y sacerdotes. Igualmente, los diarios reflejan el protagonismo, por vía de las obras, de las numerarias auxiliares donde atendieron la administración.

Sentirse y saberse miembros de una familia sobrenatural amplia, llamada a ser universal, y tener el convencimiento del protagonismo que les correspondía por ser las primeras, generó en ellas un enorme entusiasmo, que recogen los diarios de estas primeras convivencias 151. En las convivencias, como en los demás medios de formación y en su orientación espiritual personal, frente a una educación que las relegaba, más aún a las casadas, a actitudes de sumisión, se les insistía en actuar en los diversos ambientes en que se movían: estudiar, rezar, formarse, leer, lanzarse a hablar en público en pequeños grupos, a plantear la ayuda a otras amigas para poner en marcha tareas de apoyo y ayuda a labores apostólicas, montar librerías. Quizá el rasgo común diferencial de este grupo de mujeres fuera su firme decisión para superar las dificultades que entrañaba asumir el modo de vida que les ponía delante su incorporación al Opus Dei: una especie de revolución silenciosa por la vía de los hechos.

Autores:

María Luisa Galdón Cabrera. Licenciada en Historia por la Universidad de Valladolid. Desde 2020 investiga sobre las primeras supernumerarias del Opus Dei en España.

Julio Montero-Díaz. Doctor en Historia y catedrático de Historia de la Comunicación, actualmente en la Universidad Internacional de La Rioja.

Notas:

1 «Había dos oficiales de Marina y otros dos de la carrera jurídico-militar; tres abogados y un juez; dos ingenieros de caminos, un pedagogo, un médico, un farmacéutico, un químico y un arquitecto. Se puede decir, viendo su trayectoria posterior, que fueron profesionales destacados en su campo» (Luis Cano, Los primeros supernumerarios del Opus Dei. La convivencia de 1948, SetD 12 (2018), p. 259).

2 De las doce que pidieron la admisión en 1951, tres de ellas eran tituladas universitarias (una en Magisterio); de las algo más de cuarenta que lo hicieron el año siguiente (1952), seis tenían titulación universitaria o actualmente asimilable (Magisterio, Enfermería o Peritaje Mercantil). Una de las que desarrolló su actividad profesional fuera del hogar fue María Dolores Serrés Sena: «Fue una de los primeros catedráticos de ciencias naturales de España y además trabajó en el departamento de Geología de la universidad de Barcelona»; también Carmen Arqueros Callejón: «Llamaba la atención la formación humana y cultural que poseía […] hasta su jubilación en edad avanzada, ejerció como inspectora de Enseñanza Media» y Concepción Font del Riego que pidió la admisión en 1952: «Estudió Magisterio y después de casarse, Farmacia. Hasta un año antes de su fallecimiento con 89 años atendió personalmente la farmacia» (Romana. Boletín de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei, Roma, enero-junio 2013, p. 139; enero-junio 2003, p. 167 y julio-diciembre 2003, p. 171).

3 «Cinco habían tratado a san Josemaría antes de la Guerra Civil y habían frecuentado las actividades de la Academia-Residencia DYA […]. Otros tres jóvenes profesionales habían entrado en contacto con la Obra durante los viajes apostólicos de la postguerra […]. Había también un grupo de conocidos después de la guerra que tenían dirección espiritual con san Josemaría» (Cano, Los primeros, p. 259).

4 Por ejemplo, Nieves Rosales y Víctor García Hoz se dirigían con Escrivá antes de solicitar la admisión los dos (cfr. Romana, enero-junio 2015, p. 156); también Rosa María Duato le conocía personalmente y su hermana Carmen (Relatos autobiográficos de varias supernumerarias de Valencia, Valencia, 31 de diciembre de 2012, AGP, serie U.1.2, leg. 0376, carp. 36); además Dolores López de Letona, que también le conocía antes, probablemente se dirigiera con él (Supernumerarias fallecidas, AGP, serie U.1.4, leg. 428, carp. 17).

5  Cfr. Cano, Los primeros, pp. 251-302.

6 Solicitaron la admisión en 1951: María Vallés, Rosa María Duato, Carmen Arqueros, Rosario de Agustín, María Gesali, Amalia García de Oteyza, María Dolores Serrés, Esther Fernández, Dolores Díaz, Enriqueta Estévez, Mercedes Amat y Julia Roig.

7 Cinco de las doce de 1951 y veinticuatro de las cuarenta de 1952 (Supernumerarias fallecidas, AGP, serie U.1.4).

8 También cinco de la docena que solicitó la admisión en 1951 y dos de las cuarenta de 1952 (Supernumerarias fallecidas, AGP, serie U.1.4).

9 Por ejemplo, Mercedes Jiménez de Andrade: «Yo me acerqué a la Obra por la confesión. Me confesaba en el colegio pero no me exigían nada. Pregunté a mi novio –que ya era supernumerario– si no conocía algún sacerdote con quién yo pudiera ir y me habló de la residencia Zurbarán. El sacerdote era D. José María Hernández Garnica. Él me hablaba mucho de amor de Dios y me exigía mucho» (Entrevista a Mercedes Jiménez de Andrade Fernández de Córdoba, Madrid, 10 de octubre de 2020). Y de otro modo, Rosa María Duato: «Yo iba buscando algo. Era muy feliz con mi marido, con mi vida, pero buscaba a Dios de una forma impresionante y no sabía dónde encontrarlo […] conocí a san Josemaría, me habló de Amor de Dios y me dijo, “haremos muchas cosas en Valencia, trabajaremos juntos” y aquello me llenó muchísimo» Entrevista realizada por María Rosa Montañés a Rosa María Duato Pompidor, Valencia, 19 de marzo de 2007.

10 Valga uno de muestra entre varios. Una viuda sevillana quedó muy impresionada de los días de retiro que pasó en la primavera de 1951: «Hoy soy feliz con una felicidad como jamás creí gozarla. Mira Josefina, tengo unos deseos enormes de ser muy buena, muy buena, aún más quiero… ¿por qué no atreverme a decirlo? Quiero con todas las fuerzas de mi alma ser santa» Carta de Dolores Díaz (viuda de Lazo), 14 de junio de 1951, AGP, serie U.1.1.2, leg. 30, carp. 90.

11 Se apunta uno entre bastantes casos: «Yo me movía en un ambiente de gente bien de Madrid […]. Pero cada día llegaba por la noche a casa y sentía una inquietud y un no ser feliz, que varias noches, precisamente en las que mejor lo había pasado y más éxito había tenido entre la pandilla, me ponía a llorar y a rezar porque no sabía lo que me pasaba, pero sin saber qué me pedía el Señor a mí: monja, como mi tía, no quería ser y decía pues algo tiene que haber, para mí, pues no soy feliz, en lo hondo de mi alma» Testimonio de María Dolores García del Barrio Ambrosy, Valencia, 31 de diciembre de 2012, AGP, serie U.1.2, leg. 0375, carp. 20.

12 José María Hernández Garnica se incorporó al Opus Dei en 1935 y en 1944 se ordenó sacerdote. El 28 de febrero de 2005 en Madrid se inició su proceso de canonización. «San Josemaría le encargó preferentemente el impulso de la tarea apostólica con mujeres, trabajo que desarrolló con gran espíritu de sacrificio y dedicación generosa» José Carlos Martín de la Hoz, Roturando los caminos. Perfil biográfico de D. José María Hernández Garnica, Madrid, Palabra, 2012, p. 225.

13 Gloria Toranzo, Encargos que recibí de San Josemaría (1950-1960), AGP, serie U.1.2, leg. 0378, carp. 75.

14 «La residencia Zurbarán sustituyó al centro de la calle Jorge Manrique y en septiembre de 1947 se convirtió en alojamiento para estudiantes universitarias» Mercedes Montero, La residencia para universitarias Zurbarán. (Madrid 1947-1950), en Inmaculada Alva – Mercedes Montero, El hecho inesperado. Mujeres en el Opus Dei (1930-1950), Madrid, Rialp, 2021, p. 236.

15 Cfr. Amadeo de Fuenmayor – Valentín Gómez Iglesias – José Luis Illanes, El itinerario jurídico del Opus Dei. Historia y defensa de un carisma, Pamplona, Eunsa, 1989, pp. 235-236.

16 Cfr. Luis Cano, Los primeros supernumerarios del Opus Dei (1930-1950), en Santiago Martínez Sánchez – Fernando Crovetto (eds.), El Opus Dei. Metodología, mujeres y relatos, Cizur Menor, Thomson Reuters Aranzadi, 2021, pp. 391-393.

17 Cfr. De Fuenmayor – Gómez Iglesias – Illanes, El itinerario jurídico, p. 236; Cano, Los primeros supernumerarios, p. 395.

18 Podían «vivir el espíritu y apostolado de la institución, sin incorporarse a ella por un vínculo jurídico» Cano, Los primeros, p. 252; cfr. también Alfredo Méndiz, Los primeros pasos de la “obra de San Gabriel” (1928-1950), SetD 13 (2019), p. 265.

19 Cfr. Cano, Los primeros, p. 254.

20 Fueron Aurora Nieto y Ramona Sanjurjo. Cfr. Inmaculada Alva, Abrir nuevos caminos: las pioneras del Opus Dei, en Alva – Montero, El hecho inesperado, pp. 194-198; Francisca Colomer Pellicer, Ramona Sanjurjo Aranaz y los inicios del Opus Dei en Vigo, SetD 12 (2018), pp. 303-315.

21 La Instrucción para la Obra de San Gabriel se terminó de escribir en septiembre de 1950. Cfr. Luis Cano, Instrucciones, en José Luis Illanes (coord.), Diccionario de San Josemaría Escrivá de Balaguer, Burgos-Roma, Monte Carmelo – Instituto Histórico San Josemaría Escrivá de Balaguer, 2013, pp. 654-655.

22  El diario del centro no menciona estas meditaciones en septiembre, octubre, ni noviembre.

23  Toranzo, Encargos que recibí de San Josemaría (1950-1960), AGP, serie U.1.2, leg. 0378, carp. 75.

24 Desde el 14 de octubre de 1951 la formaron: Rosario Orbegozo, María Luisa Sánchez de Movellán, María Luisa Moreno de Vega, María Cruz Tabernero, Esther Toranzo, Pilar Salcedo, Begoña Múgica y María Jesús Hereza.

25  Recuerdos de Esther Toranzo, AGP, serie U.1.2, leg. 0378, carp. 75.

26 María Cruz Tabernero Colomer (Crucita), Viniegra de Abajo (La Rioja), 19 de julio de 1927 – Bilbao, 14 de abril de 2010. Pidió la admisión como numeraria el día 10 de marzo de 1950 en la administración de la residencia Abando en Bilbao. Ocupó el cargo de vicesecretaria de san Gabriel en la Asesoría Central desde el 14 de octubre de 1951 hasta el 19 de abril de 1953 que pasó a ocupar este mismo cargo en la Asesoría de España. Su correspondencia de 1952 se encuentra en AGP, serie U.1.1.2, leg. 36, carp. 106 y 107.

27 De manera paralela a esta investigación se ha realizado otra sobre estas convivencias: María Merino, Las primeras supernumerarias españolas (1945-1952), en Santiago Martínez Sánchez – Fernando Crovetto (eds.), Gentes, escenarios y estrategias. El Opus Dei durante el pontificado de Pío XII, 1939-1958, Cizur Menor, Thomson Reuters Aranzadi, 2023, pp. 259-263.

28 «Las convivencias tienen una finalidad clara: piedad, formación, descanso; rehacerse, meterse bien en el espíritu sobrenatural de nuestra labor, estrechar vínculos» Josemaría Escrivá de Balaguer, Instrucción para la Obra de S. Gabriel, n. 87, Madrid, mayo de 1935-Roma, 14 de septiembre de 1950, p. 291. Cfr. Cano, Instrucciones, pp. 650-655.

29 «El crecimiento del número de supernumerarias plantea la pregunta de cómo se las atendió, tanto desde el punto de vista organizativo como de contenido». Maria Merino Bobillo – María Luisa Galdón Cabrera, Una nueva luz en el camino cristiano: las primeras supernumerarias del Opus Dei, en Martínez Sánchez – Crovetto (eds.), El Opus Dei. Metodología, mujeres y relatos, p. 177.

30 «En diciembre de 1948 se inauguró la residencia universitaria La Estila en Santiago de Compostela, que contaba con una Administración para la atención doméstica». Colomer Pellicer, Ramona Sanjurjo, p. 310. Las convivencias para supernumerarias se organizaron en la zona destinada a la administración.

31 «Vallvidrera –con trenes frecuentes que llegan a la capital en pocos minutos– es un lugar magnífico para pasar unos días de descanso físico y trabajar mucho por dentro. Hay un paisaje de montañas y pinos que, ¡cómo no!, nos recuerda a Molinoviejo; la casa tiene un bosque amplio donde paseamos en los ratos libres». Noticias, mayo de 1954, p. 78, AGP, Biblioteca, P02. Solo hay noticias de una convivencia de supernumerarias allí y parece que también albergó algunas tandas de ejercicios espirituales (cursos de retiro).

32 Finca situada cerca de Sevilla perteneciente a la familia de Dolores Díaz, viuda, una de las primeras supernumerarias. Años después, Díaz se vinculó al Opus Dei como agregada.

33 Por ejemplo, Enriqueta Estévez, madre de un chico joven de la Obra recién fallecido entonces (Diario de la convivencia de Molinoviejo, 31 de octubre de 1952).

34 El Diccionario de la Real Academia los define en su XXI edición como «asociación o instituto benéfico destinado a distribuir ropas entre los necesitados u ornamentos a las iglesias pobres». En este caso se trataba de la misma actividad sin formalidad constitutiva alguna.

35 Cfr. Onésimo Díaz, Posguerra. La primera expansión del Opus Dei durante los años 1939 y 1940, Madrid, Rialp, 2018, pp. 297-310; Santiago Casas Rabasa, Las Semanas de Estudio de 1940: bases de la formación en el espíritu del Opus Dei de la posguerra española, SetD 14 (2020),

  1. 143-171; Mercedes Montero, La formación de las primeras mujeres del Opus Dei (19451950), en Alva – Montero, El hecho inesperado, pp. 261-289.

36 Por ejemplo, en las cartas dirigidas a Montserrat Amat (Barcelona), María del Carmen Cameselle (Córdoba) y María Begoña Urrutia (Santiago de Compostela) los días 19, 24 y 26 de septiembre de 1952 respectivamente, AGP, serie U.1.1.2, leg. 36, carp. 107.

37 Carta de María Cruz Tabernero a Montserrat Amat, 8 de septiembre de 1952, AGP, serie U.1.1.2, leg. 36, carp. 107. En ese momento solo había 26 supernumerarias en España que, por plazos mínimos, podían haber hecho la admisión. Era lógica esa ampliación de criterio.

38 Carta de María Cruz Tabernero a María del Carmen Cameselle, 19 de septiembre de 1952, AGP, serie U.1.1.2, leg. 36, carp. 107.

39 Por ejemplo, «La semana de convivencia empezará el 31 de octubre. Por lo menos Ramona Sanjurjo debería venir. Las demás lo veo más difícil, pero decídselo a la que veáis que podría hacerlo». Carta de María Cruz Tabernero a María Begoña Urrutia, 16 de septiembre de 1952, AGP, serie U.1.1.2, leg. 36, carp. 107.

40 «A mi lado en el avión en el que viajaba para ir a Molinoviejo se sentó el alcalde de Sabadell que era muy amigo de mi marido, al verme me dijo: ¿qué haces tú viajando sola?». Entrevista a María Josefa Serra Budalles, Barcelona, 4 de mayo de 2021.

41 «Yo me hice de la Obra en abril de 1954 y en octubre de ese año había una convivencia en Molinoviejo. Como estaba soltera y vivía con mis padres, le pedí permiso a mi padre, que no me dejó ir, al año siguiente que ya estaba casada acudí». Entrevista a Ana Luz Gómez Martínez, Madrid, 8 de octubre de 2020.

42 «Mi madre me decía que no debía ir, pero si tu marido te deja, allá tú» Entrevista a Olga Marqueta Berdejo, Madrid, 6 de diciembre de 2020; «Mi madre pensaba que estaba loca porque cómo se me ocurría dejar solo a mi marido de 22 años y a mi hijo de meses». Entrevista a Rosa María Duato Pompidor, Valencia, 19 de marzo de 2007.

43 «Cuando nos íbamos nos criticaban un montón y quedábamos fatal». Entrevista a Aurora Velázquez Linares, San Fernando, Cádiz, 4 de marzo de 2021. También en los hogares: «Nos hacía mucha ilusión ir a Molinoviejo porque allí aprendíamos todo, pero me costaba mucho porque las “tatas” (en sentido cariñoso llamábamos así a las empleadas del hogar) se enfadaban y protestaban porque no entendían que me fuera tan lejos y dejase a mi marido y a mis hijos a su cuidado… Yo les contestaba que me iba porque sí, porque era bueno para mí y nada más». Testimonio de Maruja García del Busto en Relatos autobiográficos de varias Supernumerarias de Valencia (Gandía), AGP, serie U.1.2, leg. 0376, carp. 36.

44 «Yo hice alguna convivencia de soltera y después de casarme volví cuando mi marido me dejó ir». Entrevista a Mª Rosa Boya Balet, Madrid, 10 de noviembre de 2020.

45 Por ejemplo: «Desde luego creo me encontraré bien para cuando sea la convivencia, aquí el único obstáculo que hay hasta ahora es el permiso de mi marido que le cuesta mucho dejarme ir, por lo pronto dice que todo depende de la fecha pues él también irá en octubre, y desde luego, faltando de casa el menor tiempo posible, a ver si poco a poco se va haciendo a la idea para que le cueste menos trabajo». Carta de Enriqueta Estévez a María Cruz Tabernero, Sevilla, 21 de julio de 1952, AGP, serie U.1.1.2, leg. 36, carp. 107.

46 «El día anterior a la salida hacia la convivencia se planteó un grave problema: los cuatro hermanos mayores teníamos 39º de fiebre. Mi madre […] decidió llamar al médico que confirmó que eran solo anginas y que con sulfamidas se recuperarían. Finalmente decidieron irse y las llevaría mi padre en coche. Carmencita con otra señora supervisarían que todos estuviéramos bien durante aquellos días de ausencia de mi madre y hasta la vuelta de mi padre». Testimonio de Juan José Espinosa, Madrid, 20 de diciembre de 2021. Su madre, Amalia García de Oteyza, se incorporó al Opus Dei en 1951. Este hecho concreto lo confirma la correspondencia: Tabernero escribe que las supernumerarias que asistieron estaban contentísimas, salvo «Un poco preocupadas al principio María Luisa y Amalia por lo de los niños, pero ya están tranquilas». Carta de María Cruz Tabernero a Montserrat Amat, Molinoviejo, 25 de mayo de 1954. AGP, serie U.1.1.2, leg. 59, carp. 176.

47 «No pude ir a mi primera convivencia porque mis padres no quisieron que fuera, pero a partir de 1957 pude ir a todas, aunque con muchas críticas e incomprensión de mi madre, […] lo pasaba mal». Entrevista a Victoria Cardona Rome, Barcelona, 5 de mayo de 2021.

48 «Nunca es fácil calcular cuantas señoras van a venir a la convivencia, hay siempre imprevistos: enfermedades de los hijos, permisos de los maridos…». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 5 de noviembre de 1956.

49 «Molinoviejo ha servido de escenario a muchas semanas de Convivencias. Conseguir estos días sin desatender su hogar personal es una proeza con todo el riesgo de los imprevistos que pueden surgir. Durante mucho tiempo se barajan las fechas en la cabeza, se llevan con fe a la oración […] Las charlas sobre el espíritu de la Obra, las meditaciones, la vida de familia, son cosas tan maravillosas que remozan el alma. Pensamos en la expansión de la Obra: qué horizontes se nos abren». Noticias, febrero de 1954, p. 31, AGP, Biblioteca, P02.

50 «Ya en el año 55, viajé a Molinoviejo con mi cuñada Charo […] salimos de Canals en un tren por la noche, las dos embarazadas: los maridos nos animaron y no fueron conscientes de lo que tuvimos que pasar hasta llegar a la estación de Ortigosa del Monte con unas maletas grandes […]. Al entrar, nos encontramos una tertulia en el jardín y […] como teníamos pinta de pueblo se quedaron asombradas de nuestra proeza. Nos atendieron Mercedes Morado, María Ampuero y otra que no recuerdo su nombre. Participaron en esta convivencia de varias ciudades españolas: Jerez de la Frontera, Bilbao, etc.». Testimonio de América Franco en Relatos autobiográficos de varias Supernumerarias de Valencia, Valencia, 31 de diciembre de 2012, AGP, serie U.1.2, leg. 0376, carp. 36.

51 Así recogió Noticias la organización de esta convivencia: «Durante todo el mes hemos preparado esta Convivencia para un grupo de Supernumerarias muy jóvenes de toda España. Todas han resuelto sus dificultades: alguna ha trabajado las horas extraordinarias que ha podido para solucionar el asunto económico, otra ha pedido por adelantado el regalo de su santo […] ¡Por fin, La Estila! […] Crucita explica el plan del día. […] Conocen la Obra más a fondo, escuchan en las clases y charlas con ojos fijos sin perder palabra». Noticias, julio de 1954, pp. 45-46, AGP, Biblioteca, P02.

52 «No fue fácil la llegada. Lerena es una finca muy bonita pero mal comunicada. Pero aquí estamos gracias a Dios y después de un buen número de peripecias que parecían hacer imposible la llegada. La adaptación de la casa tampoco ha sido sencilla porque ha habido que trasladar de Sevilla camas, colchones, cobertores, mantas, comestibles (aquí no hay posibilidad de comprar nada), etc., etc., un auténtico cambio de domicilio de esos que las familias corrientes piensan y preparan con meses de anticipación y que aquí se ha preparado en una hora escasa […]. Muchas cosas podríamos contar referentes a las pocas condiciones de esta casa pero todo gracias a Dios se va solucionando, hay buen espíritu y esto hace que todo se supere con alegría». Diario de la convivencia de Lerena, 28 de abril de 1956.

53 «Según mi padre yo ya estaba bien formada, no hacía falta que se metiera ese sacerdote por medio (se refería a san Josemaría), iba a un buen colegio y tenía a mi familia». Entrevista a Mercedes Jiménez de Andrade, Madrid, 10 de octubre de 2020.

54 Uno fue plantearlo como cursos de Economía doméstica: «Acude Lina por primera vez y cuenta que en casa ha dicho que va a un curso de Escuela Hogar». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 16 de junio de 1956. Otra solución para las jóvenes solteras: la asistencia a un campamento. Fue lo que María Teresa Puga dijo a sus padres: «Era muy difícil, casi imposible, decir que te ibas ocho días desde Vigo a Madrid con el Opus Dei, así que les dije que me iba a un campamento. A los pocos días de estar en Molinoviejo me llegó una carta de mi madre y en el sobre ponía: Campamento de la Sección Femenina de Falange. Ortigosa del Monte». Entrevista a María Teresa Puga García, Madrid, 3 de diciembre de 2020.

55 «Cuando nos casamos nos fuimos a un pueblo de la sierra de Huelva –Cabezas Rubias– donde Carlos iba de médico titular y llevaba varias minas, y hasta una empresa forestal […]. Yo por mi cuenta, hacía apostolado, tenía una charla con jóvenes del pueblo y venían a casa a coser. […] Yo estaba sola, pero a mi manera hacía el apostolado que podía. En estos años de soledad el Señor me ha ido llevando por sus caminos y yo salía adelante con mis convivencias y cursos de retiro». Testimonio de Sofía Navarrete de Huidobro, AGP, serie U.1.2, leg. 0681, carp. 173.

«En las convivencias nos enterábamos de lo que era el Opus Dei de verdad y lo que comportaba nuestra vocación» Entrevista a Enriqueta Pascual Quiroga de Riomol [por entonces vivía en Cádiz], Madrid, 8 de noviembre de 2020. También: «Hay tres de Sevilla que se marchan con mucha nostalgia porque aún no hay centro de mujeres allí». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 31 de octubre de 1952.

56 «Nos enseñaban muchas cosas que me han servido mucho para la vida, a hacer todo por Dios, a ser buenas personas, buscar la santidad en todo momento y a cuidar siempre de los demás». Entrevista a Ana Luz Gómez Martínez, Madrid, 8 de octubre de 2020.

57  Diario de la convivencia de Lerena, 28 de abril de 1956.

58  Diario de la convivencia de Molinoviejo, 31 de octubre de 1952.

59 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 31 de octubre de 1952. Por ejemplo en cartas a Cameselle (8 de septiembre de 1952 y 19 del mismo mes) y a Amat (emplea los dos términos, semana de convivencia y semana) en la misma carta (19 de septiembre de 1952), AGP, serie U.1.1.2, leg. 36, carp. 107.

60 «Hace unos días he vuelto de una semana de convivencia en Molinoviejo, ¡qué bonito es! Tuvimos Misa en la ermita y fue precioso!». Carta de Laura Busca Otaegui a Josemaría Escrivá de Balaguer, Granada, 6 de junio de 1953, AGP, LBO, A-00064.

61  Diario de la convivencia de Molinoviejo, 31 de octubre de 1952.

62  Diario de la convivencia de Molinoviejo, 31 de octubre de 1952.

63  Diario de la convivencia de Molinoviejo, 8 de mayo de 1955.

64 Se refiere a la labor formativa con personas jóvenes que realiza el Opus Dei, encomendada al arcángel san Rafael.

65 Carta de María Cruz Tabernero a María Josefa de Miguel, 29 de marzo de 1952, AGP, serie U.1.1.2, leg. 36, carp. 106.

66 Cfr. Entrevistas a Mercedes Morado García, Madrid, 3 de octubre y 6 de septiembre de 2021. Se incorporó al Opus Dei en 1948 como numeraria y se ocupó de la labor de San Gabriel hasta 1956.

67 Cano, Los primeros, p. 277.

68  Diario de la convivencia de Molinoviejo, 8 de junio de 1955.

69  Diario de la convivencia de Molinoviejo, 22 de octubre de 1955.

70 Conversación que mantienen los fieles del Opus Dei de forma periódica con algún otro miembro de la Obra buscando orientación personal en la vida espiritual y el apostolado. «Esa charla confidencial constituye, al menos para los fieles del Opus Dei, un medio de santificación muy valioso». Ernst Burkhart, Formación, en Illanes, Diccionario de San Josemaría, p. 537. En esta misma línea, «confrontar nuestra vida con otra persona que tenga experiencia es de gran ayuda para conocernos a nosotros mismos y poder así desenmascarar engaños, confusiones o dudas que impidan nuestro seguimiento del Señor». Francisco, Audiencia general, 4 de enero de 2023.

71 «Se les ha dado libertad para que hagan la confidencia con nosotras o a la vuelta con la directora de su casa, la mayoría la hacen con nosotras». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 21 de mayo de 1954.

72  El diario de la convivencia no aporta más datos sobre esta persona.

73 Eso parece latir a veces en la correspondencia de Tabernero con las numerarias que atendían a las supernumerarias, por ejemplo: «Las pegas que te vayan presentando si puedes me escribes. Suelen ponerlas algunas en la pobreza; otras, sobre todo de algunas de menos formación o que el marido no es de casa, en algunos asuntos matrimoniales, etc. Creo que a pesar de todo no pasarás demasiados apuros, pues las señoras son más dóciles que las jóvenes». Carta de María Cruz Tabernero a María Josefa de Miguel, 5 de abril de 1952, AGP, serie U.1.1.2, leg. 36, carp.106. Y: «aunque nos costaba porque la mayoría de las señoras tenían la edad de nuestras madres y nos parecía que no íbamos a tener prestigio sobre ellas». Toranzo, Encargos que recibí de San Josemaría (1950-1960), AGP, serie U.1.2, leg. 0378, carp. 75.

74  Diario de la convivencia de Molinoviejo, 5 de noviembre de 1955.

75  Diario de la convivencia de Molinoviejo, 31 de octubre de 1952.

76 «En este libro -¡tan pequeño! va escrito el porqué de tu vida de hijo de Dios. Ten hambre de conocerlo. Apréndelo de memoria, para que haya siempre en tu cabeza y en tu corazón, y en tu camino, luces claras». Así prologaba Escrivá en 1947 la primera edición del catecismo de la Obra.

77  Diario de la convivencia de Molinoviejo, 31 de octubre de 1952.

78  Diario de la convivencia de Lerena, 28 de abril de 1956.

79 «Nos cuentan en la tertulia cosas de sus niños y allí se entusiasman todas contando sus gracias» Diario de la convivencia de Lerena, 28 de abril de 1956.

80 «En la tertulia las señoras hacen una parodia de una boda para entregar un ramo de rosas a una señora que celebraba su 9º aniversario de boda». Diario de la convivencia de Vallvidrera, 18 de abril de 1955.

81 «Ahora están todas aquí [Molinoviejo] cortando y preparando la ropita de niños, para repartirla en Madrid. Están entusiasmadísimas con todo y contentísimas». Carta de María Cruz Tabernero a Montserrat Amat, 4 de noviembre de 1952, AGP, serie U.1.1.2, leg. 36, carp. 107.

82 Así lo recoge el diario. Los “roperos” benéficos distribuían la ropa confeccionada entre familias con dificultades económicas, sin que eso impidiera las conversaciones sobre los temas más diversos. Diario de la convivencia de Molinoviejo, 21 de mayo de 1954.

83  Diario de la convivencia de Lerena, 28 de abril de 1956.

84  Diario de la convivencia de Molinoviejo, 31 de octubre de 1952.

85 «Cuando estaba terminando la tertulia llegó Lourdes con los catecismos… los repartimos y empiezan a estudiar el primer capítulo ¿Qué es el Opus Dei?». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 31 de octubre de 1952.

86 «Después empezaron todas a preguntar cosas de la Obra en los primeros tiempos […]. Hoy no ha habido tertulia después de cenar porque casi toda la tarde fue una tertulia, ellas dicen que es necesario esto de esta tarde porque así se enterarán de la historia de la Obra». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 31 de octubre de 1952.

87 Cada profesor tenía desde luego su estilo personal: «Dirigiéndose don José María a las supernumerarias les preguntaba, “y ¿cuál es vuestra misión?”. Levantando la instrucción de S. Gabriel les dijo: aquí está todo». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 8 de junio de 1955.

88 «Mercedes [Morado] comenta la instrucción sobre el espíritu sobrenatural de la Obra». Diario de la convivencia de Vallvidrera, 18 de abril de 1955.

89  Diario de la convivencia de Molinoviejo, 31 de octubre de 1952.

90 «Nos pusieron las cintas grabadas del Padre y ¡fue precioso!». Carta de Laura Busca Otaegui a Guadalupe Ortiz de Landázuri, Granada, 15 de julio de 1953, AGP, LBO, A-00064.

91 «Como para noviembre no vengan por lo menos 12 es que no tienen ni idea de lo que es… bueno, nada, que vengan y no sean tontas ¿no se dan cuenta que solo por las cintas del Padre merece la pena darse una vuelta?». Carta de María Cruz Tabernero a Montserrat Amat, Molinoviejo, 3 de junio de 1953. AGP, serie U.1.1.2, leg. 46, carp. 138.

92 «En marzo de 1946 dos empleadas –Dora del Hoyo y Concepción Andrés– pidieron la admisión en la Obra. Fueron las dos primeras numerarias sirvientas, mujeres llamadas a vivir el celibato apostólico y a dedicarse profesionalmente al cuidado de las personas en las casas del Opus Dei con el fin de crear hogares de familia». José Luis González Gullón – John Coverdale, Historia del Opus Dei, Madrid, Rialp, 2021, p. 121.

93 «El sacerdote les ha hablado sobre los sacerdotes oblatos y la sociedad sacerdotal de la Santa Cruz, se emocionan por la santidad de estos sacerdotes» Diario de la convivencia de Molinoviejo, 5 de noviembre de 1956. «La Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz que era el cuerpo sacerdotal del Opus Dei desde 1944, se abría a la pertenencia de sacerdotes incardinados en diócesis […] que se beneficiarían también de la espiritualidad y de los modos concretos de transmitirla existentes en la Obra». Santiago Martínez Sánchez, Nihil sine episcopo. Los obispos españoles ante la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, 1950-1959, SetD 15 (2021), pp. 191-192.

94 «Les importa extraordinariamente todos los detalles del Padre, de los primeros y de Casa en general». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 24 de octubre de 1954; «Y contamos cosas del Padre, esas cosas que nunca cansan y que escuchan con una ilusión especial […] y hablando del Padre el tema se hace inagotable». Diario de la convivencia de Lerena, 28 de abril de 1956.

95 «Hemos cantado alguna canción de casa, les gustó mucho la de “Al salir por la mañana” y la de “Soy un borrico de noria”». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 31 de octubre de 1952. Sobre estas canciones, cfr. González Gullón – Coverdale, Historia del Opus Dei, p. 178.

96 Como ejemplo sobre estos aspectos es muy ilustrativa la relación que Tabernero hace de una convivencia a Amat: «Ha sido la semana más maravillosa que se puede imaginar. Te aseguro que como las de ahí supieran lo que se han perdido se tiraban de los pelos. […] Para que te des idea de cómo habrá sido te voy a decir […] que la dio don Joaquín Madoz, que un día entero estuvieron D. Justo y D. Amadeo y otro día D. José María y como D. Joaquín se retrasó un poco le estuvo sustituyendo D. Raimundo. ¿Qué te parece? Las señoras estaban locas de contentas […]. No te digo más que parecían un grupo de numerarias por la naturalidad y confianza que han tenido en la vida de familia […] aprendieron a bailar la danza de la Virgen Blanca, jugamos al corro y al tipoteo y a refranes y retratos y cuando salían a relucir los chistes nadie se quedaba atrás. Te digo que he estado más que emocionada […]. Y luego las cosas que D. José María y D. Amadeo les contaron. Yo estaba tonta oyendo montones de cosas que no conocía». Carta de María Cruz Tabernero a Montserrat Amat, Molinoviejo, 3 de junio de 1953, AGP, serie U.1.1.2 leg. 46, carp. 138.

97 «Mercedes les cuenta de su viaje a Sevilla y las peripecias para conseguir la Escuela hogar». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 8 de mayo de 1955.

98 «Les cuentan de la marcha de María José [Monterde] a Méjico». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 5 de noviembre de 1956; «Don José María les cuenta de la labor en América». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 8 de junio de 1955; «Rosario [Orbegozo] les cuenta en la tertulia de Montefalco». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 5 de noviembre de 1956.

99 «Luego estuvieron viendo fotografías de las casas de Madrid, Barcelona, Zaragoza, Granada, Valencia, Bilbao…». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 31 de octubre de 1952.

100 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 22 de octubre de 1955.

101 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 8 de mayo de 1955.

102 Carta de María Cruz Tabernero a Dorotea Calvo, 15 de mayo de 1952, AGP, serie U.1.1.2, leg. 36, carp. 106.

103 Un ejemplo: «Nos comentaban la instrucción de San Gabriel en las clases y ahí nos enteramos de lo que era nuestra vocación, porque no sabíamos nada […]. Yo pensaba: el Padre lo tenía todo previsto y hay que ver cómo nos forma». Testimonio de América Franco en Relatos autobiográficos de varias Supernumerarias de Valencia (Canals), Valencia, 31 de diciembre de 2012, AGP, serie U.1.2, leg. 0376, carp. 36.

104 Diario de la convivencia de Lerena, 28 de abril de 1956.

105 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 5 de noviembre de 1956.

106 «Dan un paseo por Molino el último día antes de marcharse para poder recordar hasta el último rincón de Molinoviejo que tan nuevos horizontes abría en sus vidas». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 8 de mayo de 1955.

107 Por ejemplo, «qué bien sienta estar junto a nuestras hermanas, ¡se aprende tanto!». Carta de Laura Busca Otaegui a Josemaría Escrivá de Balaguer, Molinoviejo, 1 de noviembre de 1957, AGP, LBO, A-00067. Otro más: «Los días pasados en Molinoviejo me han causado tanta impresión que no sé cómo contártelo por carta, por eso te lo diré cuando te vea. Ha sido una semana deliciosa que no me podía imaginar y que ha rebasado con creces todo cuanto tú me dijiste». Carta de Ramona Falcó a María del Carmen Cameselle, Madrid, 10 de noviembre de 1952, AGP, serie U.1.1.2, leg. 36, carp. 107.

108 «Si me vieran mis hijos, parece que he vuelto al colegio». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 8 de mayo de 1955.

109 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 8 de mayo de 1956.

110 Expresión utilizada de forma coloquial por los fieles de la Obra para referirse a la petición de admisión en el Opus Dei.

111 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 8 de mayo de 1955.

112 Diario de la convivencia de Vallvidrera, 18 de abril de 1955.

113 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 27 de octubre de 1953.

114 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 18 de junio de 1957.

115 Diario de la convivencia de Lerena, 28 de abril de 1956.

116 «Se notan los días de guardia por el cumplimiento de los encargos». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 31 de octubre de 1952. Los miembros del Opus Dei escogen un día de la semana en el que procuran rezar y estar especialmente pendientes de los demás.

117 Diario de la convivencia de Lerena, 28 de abril de 1956.

118 «Cometido principalísimo de estas personas tenía que ser, además de la santificación de la vida familiar, la difusión de la fe». Méndiz, Los primeros pasos, p. 246.

119 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 31 de octubre de 1952.

120 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 8 de mayo de 1956.

121 «Los hijos, todas quieren darlos […] y piden a la Virgen de Sonsoles la perseverancia de los hijos que ya son de Casa, la vocación de mi marido». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 22 de octubre de 1955; «“Dar a Dios todos nuestros hijos” es un deseo que expresan frecuentemente». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 5 de noviembre de 1955.

122 «Hablan de casas que podrían regalar a la Obra en Sevilla, Molina de Aragón, Vergara, Cáceres…». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 8 de junio de 1955.

123 Ayuda económica periódica de las supernumerarias a las labores apostólicas y asistenciales del Opus Dei. «El dinero proporciona los medios humanos, indispensables, para desarrollar con amplitud y hondura y permanencia –sin agobios que agotan– la labor de almas: porque no se trabaja con ángeles y para ángeles, sino con hombres y para hombres, con las indispensables necesidades consiguientes». Escrivá de Balaguer, Instrucción para la Obra de San Gabriel, n. 109, p. 325.

124 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 21 de mayo de 1954.

125 Por ejemplo en los diarios de las convivencias de Molinoviejo del 27 de octubre al 3 de noviembre de 1953 y del 18 al 25 de junio de 1957.

126 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 31 de octubre de 1952.

127 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 27 de octubre de 1953.

128 «Comenta Isabel: ayer no os conocía y hoy me encuentro como en casa». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 8 de mayo 1955. «Una vez más hemos comprobado que el cariño que nos tenemos es algo palpable y que existe». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 8 de mayo de 1956. Y «aunque ha sido el primer día ha habido una unión y un cariño por parte de todas maravilloso». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 18 de junio de 1957.

129 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 8 de mayo de 1956.

130 Pilar Navarro Rubio, en la convivencia de Lerena impartió las clases tanto teóricas como prácticas de Economía doméstica (Diario de la convivencia de Lerena, 28 de abril de 1956). Además, dirigió una convivencia en Molinoviejo en 1957 (Diario de la convivencia de Molinoviejo, 18 de junio de 1957).

131 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 18 de junio de 1957.

132 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 31 de octubre de 1952.

133 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 5 de noviembre de 1956.

134 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 18 de junio de 1957.

135 Diario de la convivencia de Lerena, 28 de abril de 1956.

136 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 18 de junio de 1957.

137 Por ejemplo, hacen juntas algunas tertulias: «la tertulia con las chicas de la administración, hemos bailado, hemos cantado…». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 8 de mayo de 1956, o compiten en el deporte (Diario de la convivencia de Molinoviejo, 8 de junio de 1955), etc.

138 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 8 de junio de 1955.

139 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 21 de mayo de 1954.

140 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 22 de octubre de 1955.

141 «Entre otros preparativos se organizó una convivencia a la que se invitó a diversas personas conocidas, a quienes se quería plantear la posibilidad de ser supernumerarios, y a los seis que hasta ese momento habían respondido afirmativamente». Cano, Los primeros, p. 258.

142 Cfr. ibid., pp. 258-259.

143 Ibid., p. 261

144 Ibid., p. 268.

145 Ibid., p. 267.

146 Ibid., p. 261.

147 Ibid., p. 272.

148 Ibid., p. 272.

149 Ibid., p. 277.

150 Diario de la convivencia de Molinoviejo, 31 de octubre de 1952.

151 «No paran de hablar entre ellas y con nosotras y siempre de lo mismo, de la suerte que han tenido de haber conocido la Obra». Diario de la convivencia de Molinoviejo, 31 de octubre de 1952.

Foto:

Primera página del diario de la primera convivencia en Molinoviejo, del 31 de octubre al 7 de noviembre de 1952.

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