Iñigo y Nuria viven en un país de tradición cristiana. Se conocieron durante sus años universitarios y, poco tiempo después de haber concluido sus estudios, decidieron formalizar su unión. A pesar de que habían sido bautizados en la Iglesia católica, optaron por celebrar únicamente el matrimonio civil, pues ninguno de los dos practicaba la fe: los padres de Iñigo lo habían bautizado solo por seguir una costumbre social; Nuria, en cambio, creció en el seno de una familia que procuró educarla cristianamente, pero durante sus estudios universitarios se había enfriado su fe hasta el punto de considerarse agnóstica.
Han pasado cinco años desde que Iñigo y Nuria comenzaron la vida conyugal. Tienen un hijo de dos años, que está sin bautizar, pues los padres no veían el sentido de esa ceremonia. De hecho, Iñigo decía que ese evento solo les acarrearía un gasto adicional en un momento de dificultades económicas.
Desde el nacimiento del hijo, la relación entre los esposos comenzó a deteriorarse. Se habían trasladado a una ciudad grande por el trabajo de Iñigo. Nuria decidió hacer una pausa en su profesión, para dedicarse al hijo: de hecho, ahora pasa casi todo el día en casa con él. La situación siguió empeorando, y en el último año, Iñigo dejó de dar dinero a Nuria para la comida y ropa de ella y del hijo. Por este motivo, Nuria tuvo que acudir a la ayuda de sus padres para poder sostenerse.
Nuria cuenta su historia a don Ernesto, y le dice que (…) le gustaría bautizar a su hijo, pero piensa que Iñigo no lo permitiría, pues para él sería una ocasión de una celebración familiar que claramente no tiene sentido en un momento en el que el matrimonio está atravesando por una crisis. En vista de esto, Nuria le pregunta a don Ernesto si podría bautizar a su hijo sin el conocimiento de Iñigo.
Se pregunta:
¿Cabría que Nuria organice el bautismo de su hijo, sin el conocimiento del marido? ¿habría alguna circunstancia que podría aconsejar retrasarlo (por ejemplo, si se prevé una reacción violenta de parte del padre)?
Caso 2. Ficha técnica
Se debe recordar que, según se declara en la normativa canónica, «los padres tienen obligación de hacer que los hijos sean bautizados en las primeras semanas» (can. 867 § 1 CIC) y que «para bautizar lícitamente a un niño, se requiere que den su consentimiento los padres, o al menos uno de los dos» (can. 868 § 1, 1º). También se afirma que, si el niño se encuentra en peligro de muerte, «debe ser bautizado sin demora» (can. 867 § 2) y «puede lícitamente ser bautizado, aun contra la voluntad de sus padres» (can. 868 § 2).
Teniendo en cuenta estas indicaciones, pero también las circunstancias particulares del caso, el sacerdote puede responder a Nuria que, aunque sería licito y posible organizar el bautismo sin el conocimiento de su marido, en su situación, puede ser prudente no precipitarse y pensar con calma lo que conviene hacer. Evidentemente, si el niño se encontrara en algún momento en peligro de muerte, Nuria debería bautizarlo sin demora. No obstante, si goza de buena salud, puede ser oportuno esperar un tiempo razonable ‒quizá basten algunas semanas– a fin de prepararse para la ceremonia, buscar un padrino y una madrina idóneos, y, en la medida de lo posible, intentar obtener el consentimiento de Iñigo, o al menos que no se oponga. Conviene tener en cuenta que Nuria tendrá que afrontar las dificultades de la separación y del proceso de divorcio y se deben prever las eventuales reacciones de Iñigo, si se enterara, antes de la separación, de que su hijo ha sido bautizado sin su conocimiento. Como se decía antes, vale la pena favorecer que las relaciones del niño con su padre sean buenas en el futuro. Por este motivo, podría ser prudente celebrar el bautismo una vez que Nuria y Iñigo se hayan separado.
De todos modos, si se prevé que la separación se retrasará más allá de unas pocas semanas, cabe plantearse la celebración del bautismo sin el conocimiento del padre. En el caso de que sea posible que el padre reaccione de modo violento, será especialmente necesario que se tomen las necesarias cautelas para que no llegue a saberlo, al menos por el momento.