Un mar sin orillas

Caso práctico de Teología Moral: Suicidio asistido

Caso:

Macario es un joven profesional católico, que procura vivir de acuerdo con las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia. Hace algunos meses, su tío Apolonio, ya anciano y gravemente enfermo, le comentó que deseaba terminar pacíficamente sus días en este mundo. A través de Internet supo de la existencia de una asociación en un país vecino que ayuda a morir en paz a la gente que así lo desea. A su juicio, no tiene sentido seguir prolongando sus días, sabiendo que su enfermedad es irreversible y dentro de poco llegarán dolores muy fuertes, difíciles de sobrellevar. Apolonio vive solo desde hace bastante tiempo y su familiar más cercano es Macario, a quien estima mucho.
Ahora, además de comentarle su decisión, Apolonio pide a Macario con mucha insistencia que lo acompañe en el viaje a ese país, para pasar a su lado sus últimos días de vida. Aunque su ayuda no es imprescindible, le ahorraría varias molestias durante el desplazamiento. Adicionalmente, Macario debería permanecer más o menos una semana en aquel país, mientras se gestionen las cuestiones legales, para después acompañar a Apolonio a la clínica en la que tendría lugar el así llamado “suicidio asistido”.

Macario intenta hacerle recapacitar. Se compromete a rezar por él y a seguir conversando sobre el tema. A pesar de todos los esfuerzos, Apolonio no cambia de parecer. Si Macario no quiere acompañarle, irá allí para morir solo. Su pregunta es únicamente si Macario desea o no acompañarle.
Al comprobar que Apolonio no cambia de opinión, Macario se pregunta si una vez agotados todos los intentos razonables para convencerle, sería lícito e incluso conveniente, acompañarle a aquel país para que no muera solo. Como no está seguro, acude a conversar con el sacerdote de su parroquia, don Artemio, quien además conoce los detalles de su situación familiar.

Se pregunta:

Brevemente, ¿cuál es la doctrina de la Iglesia sobre la eutanasia y el suicidio asistido?

¿Se puede decir que Macario cooperaría al mal si accediera a acompañar a Apolonio en el viaje? ¿Qué tipo de cooperación al mal sería? ¿Habría algún modo en que este acompañamiento sea lícito?

Quid ad casum?

Bibliografía:

San Juan Pablo II, Enc. Evangelium vitae, 25-III-1995, nn. 64-67;

A. Rodríguez Luño, “L’eutanasia”, en Scelti in Cristo per essere santi (vol. 3), Edusc, 2008, pp. 244-255;

A. Sarmiento, T. Trigo y E. Molina, “Morir en el Señor”, en Moral de la persona, Eunsa, 2006, pp. 154-166;

Anexo

Según la encíclica Evangelium vitae (1995) “por eutanasia en sentido verdadero y propiose debe entender una acción o una omisión que por su naturaleza y en la intención causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor” (n. 65). A continuación, tras algunas distinciones importantes (que no se aplican al caso aquí estudiado), san Juan Pablo II confirma “que la eutanasia es una grave violación de la Ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana” (ibid.).

La doctrina cristiana ha enseñado siempre que “la vida del hombre proviene de Dios, es su don, su imagen e impronta, participación de su soplo vital”, por eso habla de “sacralidad de la vida”, que “tiene su fundamento en Dios y en su acción creadora: «Porque a imagen de Dios hizo Él al hombre» (Gn 9, 6)” (EV, n. 39). “De la sacralidad de la vida deriva su carácter inviolable, inscrito desde el principio en el corazón del hombre, en su conciencia” (EV, n. 40). De ahí que sea siempre gravemente inmoral todo atentado intencional a la vida propia o ajena. Aunque la bioética distinga entre eutanasia (donde la acción letal la realiza el personal sanitario) y suicidio asistido (donde la acción la realiza el mismo paciente, al que se proporcionan los fármacos letales), desde el punto de vista de la doctrina moral se trata de acciones equivalentes, que comparten la misma gravedad moral (cfr. EV, n. 66).

Es verdad que en ocasiones la vida se presenta en condiciones de tal fragilidad que lleva a algunos a preguntarse qué sentido tiene prolongar la existencia, o incluso si sigue siendo digna una vida llena de dolores, físicos o morales. La respuesta a esta pregunta se encuentra en las páginas del Evangelio, y todo hombre puede encontrarla con la ayuda de la gracia. Esto no quita que la Medicina, por su parte, no deba hacer todo lo posible para reducir los sufrimientos físicos y psicológicos que la fase final de la enfermedad lleva consigo. En este sentido, es importante recordar el gran desarrollo de los cuidados paliativos en los últimos años, que consigue prevenir no pocas de las peticiones de acabar con la propia vida, pues en muchas ocasiones son el reflejo de una mala gestión del dolor y de otros síntomas en las fases finales de la enfermedad.

En la situación de Macario no es fácil tomar una decisión. De una parte, considera con razón que lo que pretende su tío es una acción gravemente inmoral, en la que se juega además su destino eterno; de otra, le parece que no acompañarle en ese viaje significa dejarlo solo… en el fondo, ser poco misericordioso. En este caso no es sencillo discernir cuál es “el camino del amor y de la verdadera piedad, al que nos obliga nuestra común condición humana y que la fe en Cristo Redentor, muerto y resucitado, ilumina con nuevo sentido” (EV, n. 67). Difícilmente cabe dar una respuesta definitiva a la cuestión planteada: deberá ser Macario quien, pidiendo la luz de Dios, la encuentre considerando todos los elementos del caso y, sobre todo, el conocimiento que tiene de su tío. En todo caso, no debería perder de vista que, como decía con frecuencia san Josemaría, para salvar un alma hay que ir hasta las mismas puertas del infierno.

Antes de plantearse la cuestión de si acompañar o no a su tío a ese otro país, Macario podría considerar otras opciones, teniendo en cuenta que lo que aterra a Apolonio son los “dolores muy fuertes, difíciles de sobrellevar”. Como se decía antes, existen centros especializados en cuidados paliativos. Podrían, por ejemplo, visitar alguno de ellos para hablar sobre la situación de su enfermedad con el personal especializado en este campo, de modo que Apolonio vea que existen alternativas factibles y eficaces al suicidio asistido.

Desde el punto de vista moral, la posibilidad de acompañar a Apolonio en su viaje podría hacer pensar en una cierta cooperación al mal y en la posibilidad de causar escándalo. Sin embargo, teniendo en cuenta los datos que se ofrecen, no parece que el viaje de Macario tenga ningún influjo causal relevante en la muerte de Apolonio (él está resuelto a hacer el viaje, con o sin la compañía de su sobrino); es más, si Macario decidiera acompañar a su tío en ese traslado, lo haría para intentar disuadirle -de un modo u otro- de la decisión tomada. De hecho, en la historia del suicidio asistido, se describen no pocos casos en los que los enfermos cambian de parecer incluso estando ya en la clínica, durante la conversación que tienen al llegar con el personal que trabaja en el centro. Teniendo presente la confianza que Apolonio tiene en Macario, una semana de convivencia estrecha podría cambiar las cosas.

Tampoco parece decisiva la cuestión del escándalo. Quien conozca a Macario difícilmente pensará que acompaña a su tío porque comparte su decisión, sino justamente para agotar hasta el final las posibilidades de hacerle cambiar de idea. En todo caso, es claro que Macario podrá aprovechar esas circunstancias para explicar a las personas cercanas que sepan del asunto los motivos de fe que le han llevado a esa decisión, recordando también la doctrina cristiana sobre estas cuestiones.

Si, agotados los demás recursos, Macario finalmente decide acompañar a su tío, no parece conveniente que se quede con él hasta el final. En caso de que no consiga hacerle cambiar de idea, podría dejarlo en la clínica explicándole que no puede ver cómo se suicida, por todo lo que eso supone, pero que seguirá rezando por él.

Las consideraciones anteriores no excluyen que, estudiadas todas las circunstancias, Macario pueda llegar a la conclusión de que lo mejor es decir a Apolonio desde el inicio que no le acompañará en el viaje. Quizás una negativa rotunda podría ser el mejor modo de hacer reaccionar a su tío. Como se ve, es algo que depende del conocimiento que tenga sobre el modo de ser de Apolonio. En cualquier caso, lo importante es que Macario ponga todos los medios humanos y sobrenaturales para evitar que su tío adopte una solución que atente gravemente contra su vida.

P.R.
16-V-2016

(Fuente: Collationes.org)

 

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